domingo, 11 de febrero de 2018

Cinco años



Cuando esto escribo se cumplen cinco años de un gesto que difícilmente podré olvidar mientras viva. A media mañana el Papa Benedicto XVI decía estas palabras a los Cardenales reunidos en Consistorio: «Queridísimos hermanos, Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino». Y añadía poco después: «Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales».
 
El desconcierto inicial -no éramos capaces de adivinar si esto había sucedido antes en algún momento de la Historia de la Iglesia- fue tornando en profundo agradecimiento a un Papa anciano que ya no se sentía cono las fuerzas necesarias para conducir la barca de Pedro.
 
Es curioso... Aquel día, y los siguientes... aparecieron en las redes sociales muchas “encuestas” como esta... que ante la pregunta de ¿Cuál es el futuro que le espera a la Iglesia católica?, ofrecían las siguientes posibilidades: “Todo continuará igual que hasta ahora”; “Los cardenales del cónclave escogerán a un papa que tendrá mano dura para resolver los escándalos eclesiásticos”; “Es el fin de la Iglesia debido a que en los últimos años han salido a la luz muchos errores y cada vez pierden más fieles”; “No soy católico, me da igual lo que pase”; y, “Se cumplirá la profecía de San Malaquías: el próximo papa será el último de la Iglesia y por consiguiente será su final”.
 
Todas erraron. Nada fue igual. Los cardenales escogieron a un Papa que nos dice que no tenemos que tener miedo a la ternura. La Iglesia tiene futuro, asume sus errores y se pone en camino de conversión y de encuentro, en salida. A los no católicos no les da igual lo que pase en la Iglesia. Y no estamos ante el final. Estamos abiertos al futuro.

No tengo otro sentimiento que el de agradecimiento. Al Papa Benedicto XVI. Al Papa Francisco. Y al Espíritu Santo... que sigue actuando y nos sigue sorprendiendo. Aunque, en un primer momento nos descoloque y no entendamos nada.

Txomin Pérez

No hay comentarios:

Publicar un comentario