lunes, 19 de septiembre de 2016

La Misericordia en la cultura actual

Hubo un tiempo en el que valoraba muy positivamente la misericordia. Hay refranes populares que así lo prueban. Basten dos ejemplos: “A gran pecado, gran misericordia”, “Bueno es el rigor, pero la misericordia es mejor”.

Hoy se sigue valorando, y a veces se denomina con otras palabras que no significan lo mismo, como empatía, solidaridad, compasión, etc. Pero en el fondo de nuestra cultura, desgraciadamente y por varias razones, no se valora igual que antes, olvidando las raíces cristianas de nuestra cultura y el concepto de la misericordia y sus obras. Hoy casi no se oye, sino es en la Iglesia, la palabra “misericordia”, al igual que otras como humildad, sencillez, caridad, etc.

Las causas son muchas, sin duda, y variadas. Es manifestación del individualismo que corroe nuestra convivencia que nos lleva a pensar, actuar y decir: “no es mi problema”. Frente a las necesidades de los demás, se procura mantener la distancia, no comprometer nuestro status, no meterse en líos. Otros no quieren ver la realidad de los que lo pasan mal en la vida, y si esa realidad nos la presentan con imágenes fuertes en los medios de comunicación social, cambiamos de canal o pasamos página. Todo lo más decimos, “pobrecillos, qué mala suerte”. Otros dicen o piensan: que actúen los otros, el gobierno, las ONGS, Cáritas o las congregaciones religiosas. Para algunos, viendo la reacción ante la canonización de la Madre Teresa de Calcuta, la misericordia es sentimentalismo barato que no arregla nada la situación injusta de la sociedad.

Según la opinión de Walter Kasper, en el fondo están y laten determinadas concepciones filosóficas y religiosas de la vida, algunas de las cuales hunden sus raíces más vivas en el siglo XIX. Por ejemplo, Carlos Marx y los marxistas. Dado que para ellos la religión es la que predica la misericordia y, a veces, esta se ha contrapuesto a la justicia, califican a la religión como «consuelo frente al mundo y justificación del mundo...; la religión es el gemido de la criatura atormentada como también es el espíritu de la situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo». Otro ejemplo que está marcando el pensamiento y la cultura nihilista de hoy es Federico Nietzsche. Él ve en la compasión y en la misericordia un aumento del sufrimiento. «La misericordia -para él- no es altruismo, sino una forma refinada de egoísmo y autofruición, puesto que el misericordioso, desdeñosamente, muestra y hace sentir superioridad al pobre». Llegó a decir: «No me gustan los misericordiosos... los creadores son duros y alabado sea lo que endurece». Ya Platón no valoraba mucho que digamos la misericordia; contraponía a la compasión la conducta guiada por la razón y la justicia, como si fueran opuestas. También los estoicos, desde la razón, fomentaban la insensibilidad e imperturbabilidad frente a los sentimientos de compasión. Estos pensamientos que marcan directa o indirectamente nuestras formas de sentir y actuar se manifiestan también en la tendencia privilegiar al fuerte. Quien no puede resistir, sea persona o pueblo, queda fuera del desarrollo social y económico. Son excluidos, son descartados. Lo vemos a diario.

Pero no todos han pensado y piensan así, aunque el pensamiento expresado sea el dominante. Aristóteles, por ejemplo, valora positivamente la compasión porque el mal que el otro experimenta podríamos experimentarlo alguna vez nosotros mismos. La tradición cristiana que ha impregnado nuestra cultura y, aunque algunos quieran negarlo, está sosteniendo y vitalizando muchos comportamientos y actuaciones. Muchas religiones valoran la compasión. Así el Budismo. Respecto al Islam, tenemos que decir que el Corán comienza diciendo: «En nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo...»; después vendrán los 97 nombres de Dios. La Sagrada Escritura de los judíos y los cristianos presenta a Dios como Misericordioso y Compasivo, rico en clemencia. Para los cristianos, Jesús es el rostro misericordioso del Padre. San Agustín y Santo Tomás valorarán muy positivamente la misericordia. La Iglesia confesará que Dios manifiesta especialmente su poder con el perdón y la misericordia. Y otros muchos autores como Hegel, Hursell, Scheler, Edith Stein, Martin Buber, Levinas, Foucualt, Derrida, etc. Como testimonio recojo esta frase de Schultz: «La compasión es la más extrema y última posibilidad de salvar al ser humano en su “nuda existencia” a la vista de la directa negación de esa misma existencia».

La regla de oro, inserta en el corazón del hombre, nos dice: “No hagas a los demás lo que no quieras para ti”. O “Haz a los demás lo que tú esperas de ellos”. San Lucas nos señala el horizonte de nuestra vida cuando dice: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 7, 27-38). ¿Lo somos y lo seremos?



Mons. Manuel
Herrero Fernández, OSA
Obispo de Palencia

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