Pedro di Morone, un monje de origen campesino con fama de santidad, fue elegido papa el 5 de julio de 1294 y entronizado el 29 de julio del mismo año. Pronto se dio cuenta de que no contaba con las cualidades para el gobierno eclesiástico. Fue necesario debatir sobre la licitud y la conveniencia de la abdicación. Finalmente, reunido con los cardenales, el 13 de diciembre de 1294 cambió sus vestiduras papales por las monacales que vestía antes, se postró y pidió perdón por sus errores, solicitando a la asamblea cardenalicia que eligiera un digno sucesor de San Pedro. Regresó a su convento y murió el 19 de mayo de 1296.
El caso de Celestino V reviste especial significación por tres razones. La primera es que, mientras que en anteriores casos existe algún grado de incertidumbre en cuanto a si la renuncia fue válida, o a si hubo voluntad de abdicación, o a si el papa lo era realmente... en el caso de Celestino no cabe ninguna duda. La segunda es que se trata de una renuncia absolutamente voluntaria. La tercera es que con esta renuncia, se formalizó en el derecho canónico la renuncia de los pontífices.
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