10 de febrero de 2013 - V Domingo del Tiempo Ordinario
- Is 6, 1-2a. 3-8. Aquí estoy, mándame.
- Sal 137. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
- 1Cor 15, 1-11. Así lo predicamos; y así lo creísteis vosotros.
- Lc 5, 1-11. Dejándolo todo, lo siguieron.
Entre el texto del domingo pasado y el de hoy Lucas nos presenta a un Jesús buscado insistentemente por la gente. El marco ya no es la sinagoga, sino el lago de Genesaret, «la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios». A diferencia de la actitud de sus paisanos de Nazaret aquí la predicación de Jesús va a tener una mejor acogida en unos humildes pescadores del lago, los primeros discípulos: Pedro y los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan. La escena presenta dos momentos bien diferenciados: el primero la pesca milagrosa, el segundo la narración del seguimiento.
El relato de la pesca milagrosa es de una gran profundidad teológica, ya que el diálogo entre Jesús y Pedro-Simón todavía- aparece por un parte el reconocimiento de los límites de la acción humana- «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada», y por otra la invitación de Jesús y la aceptación de Simón: «Rema mar adentro y echad las redes a pesca, pero, por tu palabra, echaré las redes». Simón expone los límites de la acción humana y las posibilidades que se abren cuando nuestra acción se apoya en la gracia de Dios. Son dos maneras diferentes de vivir la aventura humana: solos o apoyados en el poder infinito de Dios.
“Esta experiencia primera fue de tal intensidad que cambió para siempre el rumbo de quienes la vivieron”. ¿No será hoy el momento para reemprender el camino?
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