sábado, 7 de abril de 2012

Trabajo, desempleo y Doctrina Social de la Iglesia

Mons. Esteban junto con el ponente Fernando García y el delegado de Pastoral Social
El pasado 24 de marzo se celebró -presidida por Mons. Escudero- la segunda sesión de las Jornadas de Formación Social organizadas por la Delegación Diocesana de Pastoral Social. En esta ocasión, desde la perspectiva ética de la Doctrina Social -como instrumento de discernimiento de la realidad y de renovación de la misma realidad a nivel personal y social- y desde la manera de ver la realidad de Jesús de Nazaret, “que no veía problemas, sino personas que tenían problemas”... el profesor Fernando García Cadiñanos abordó el problema del paro y el desempleo.

El clásico conflicto entre el capital y el trabajo está, en el mundo de hoy, marcado por el sufrimiento causado por la injusticia y la deshumanización. Sufrimiento que toma rostro en el desempleo, en los trabajadores pobres y en los accidentes laborales. Como dice Benedicto XVI «el estar sin trabajo durante mucho tiempo, o la dependencia prolongada de la asistencia pública o privada, mina la libertad y la creatividad de la persona y sus relaciones familiares y sociales, con graves daños en el plano psicológico y espiritual» (CV, 25).

Algunas claves que explican esta realidad, de auténtico cambio de época son: la globalización de signo liberal y el fortalecimiento del mercado; las nuevas tecnologías y el trabajo inmaterial; el nuevo modelo de producción, marcado por la flexibilidad; y la primacía de lo financiero, la propiedad y la subordinación al capital.

Las raíces de esta situación las encontramos: en el economicismo, en el que el trabajador se convierte en asalariado; la deshumanización, en la que el trabajo es un factor más en el sistema de producción; y la alienación, en la que el hombre ha perdido la finalidad del trabajo.

García Cadiñanos abordó la urgencia de una corriente liberadora que nos lleve a vivir como liberados, no como esclavos. Desde el ejemplo de la Rerum Novarum, la provocación a nuestro mundo de hoy de la Caritas in Veritate... sabiendo que no existe el determinismo y aprovechando la potencialidad social de la solidaridad entre los trabajadores, los empresarios, y el empresariado indirecto.

Todo ellos, sin perder de vista que “la persona es el sujeto, principio y fin de la vida económica” y que “las dimensiones del trabajo son el crecimiento personal, el encuentro con lo otro, con los otros y con el Absolutamente Otro”.

Finalizó su ponencia apelando a la necesidad de un trabajo decente, en la línea de la enseñanza social y la aportación de Benedicto XVI: «¿Qué significa la palabra “decente” aplicada al trabajo? Significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación» (CV, 63).

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