domingo, 16 de octubre de 2011

Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios

16 de octubre de 2011 - XXIX Domingo de T. Ordinario

- Is 45, 1. 4-6. Llevó de la mano a Ciro para doblegar ante él las naciones.
- Sal 95. Aclamad la gloria y el poder del Señor.
- 1Ts 1, 1-5b. Recordamos vuestra fe, vuestro amor y vuestra esperanza.
- Mt 22, 15-21. Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Los fariseos, que han escuchado las parábolas de Jesús -comentadas los domingos anteriores- saben que se refieren a ellos. Por eso buscan un pretexto para acusarle. A ellos se unen otros grupos políticos y religiosos como son los herodianos y los saduceos. Lo hacen a través de tres preguntas, este domingo recoge la primera y el próximo la tercera.

La primera controversia se refiere a la obligación de pagar el tributo al César, al emperador de Roma. Los fariseos no tienen la suficiente valentía para enfrentarse a Jesús personalmente y envían “unos discípulos, junto con unos partidarios de Herodes”. Se acercan a Jesús fingiendo respeto y admiración: “eres sincero y enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en apariencias”. Y le hacen la primera pregunta: ¿es lícito pagar impuesto al César o no? La trampa esta tendida: los partidarios de Herodes estaban a favor; los fariseos en contra, pero pagaban para evitar males mayores; los zelotas revolucionarios lo consideraban un insulto a Dios y al pueblo judío. Si está a favor los fariseos le podran acusar de colaboracionista, si está en contra, los partidarios de Herodes pueden acusarlo de revolucionario, enemigo del César... como de hecho hicieron en el proceso ante Pilatos.

La respuesta del Señor es idéntica en los tres evangelios sinópticos: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. También coinciden (v. 22) en que sus interrogadores se admiraron de la respuesta: “se quedaron asombrados, le dejaron y se fueron”. La respuesta de Jesús ha hecho y sigue haciendo correr ríos de interpretaciones, unas más acertadas que otras. Y en la santa libertad os propongo una breve reflexión: no parece que la admiración venga de la primera parte de la respuesta, la moneda, la imagen y la inscripción nos llevan a pensar que efectivamente al César le corresponde el dinero. Lo que introduce desconcierto es la segunda parte: “Y a Dios lo que es de Dios”, situando la cuestión a un nivel más profundo: ¿Qué es lo que pertenece a Dios? De más está decir que todo discípulo debe saber lo que pertenece a Dios, sino no lo sabe ¿cómo podrá dárselo? Recorriendo el evangelio encontraríamos muchas respuestas; recordando algo que no hace mucho leímos en la parábola de los viñadores infieles “por eso os digo que se os quitará el Reino y se dará a un pueblo que dé a su tiempo los frutos que al Reino corresponden”. Lo que pertenece a Dios son los “frutos de justicia”. Toda obra de justicia lleva el sello de Dios, por tanto le pertenece. Cuando hacemos buenas obras damos gloria a Dios, logramos que los hombres vuelvan su mirada al Creador, y hacemos que el mundo se ilumine guiando a los hombres por el camino de la salvación. 

José González Rabanal

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