miércoles, 5 de octubre de 2011

El verdadero sentido de la actividad política

El pasado 22 de septiembre, ante el Parlamento Federal de Alemania y en el marco de su visita apostólica a Alemania, el Papa Benedicto XVI pronunció uno de los discursos más esperados del programa previsto para esos días. Esta presencia del Papa en el Bundestag había sido objeto de polémica, y cerca de un centenar de diputados (la sexta parte) se había negado a asistir.

Tras la bienvenida del presidente del Bundestag, en el que éste recordó el origen cristiano de la propia Ley Fundamental Alemana, el Papa comenzó un discurso centrado en el deber del político de servir a la justicia y al derecho y en la ética política.

Petición de Salomón

Benedicto XVI se dirigió a sus compatriotas hablando del pasaje del Libro de los Reyes, en el que Salomón pide a Dios “un corazón dócil, para que sepa juzgar a tu pueblo y distinguir entre el bien y mal”.

“Con este relato, la Biblia quiere indicarnos lo que debe ser importante en definitiva para un político”, afirmó. ”Su criterio último y la motivación para su trabajo como político no debe ser el éxito y mucho menos el beneficio material”. Al contrario, la política “debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz”.

El Papa expresó que en política “el éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del derecho. El éxito puede ser también una seducción y, de esta forma, abre la puerta a la desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia”. Así, subrayó que “servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político”.

“En un momento histórico, en el cual el hombre ha adquirido un poder hasta ahora inimaginable, este deber se convierte en algo particularmente urgente. El hombre tiene la capacidad de destruir el mundo. Se puede manipular a sí mismo. Puede, por decirlo así, hacer seres humanos y privar de su humanidad a otros seres humanos que sean hombres”. Y añadió “¿Cómo podemos reconocer lo que es justo? ¿Cómo podemos distinguir entre el bien y el mal, entre el derecho verdadero y el derecho sólo aparente? La petición salomónica sigue siendo la cuestión decisiva ante la que se encuentra también hoy el político y la política misma”.

Al joven rey Salomón, afirmó, se le concedió lo que pedía. “¿Qué sucedería si nosotros, legisladores de hoy, se nos concediese formular una petición? ¿Qué pediríamos? En último término, pienso que, también hoy, no podríamos desear otra cosa que un corazón dócil: la capacidad de distinguir el bien del mal, y así establecer un verdadero derecho, de servir a la justicia y la paz”.

Aprender del pasado

El Papa, afirmó estar ante el Bundestag en calidad de Sucesor de Pedro, pero recordó que es alemán y que “está vinculado de por vida” a su patria. En virtud de esto, se permitió tocar un punto “sensible” para la memoria de su país, es decir, el pasado régimen nacionalsocialista.

“Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado de una gran banda de bandidos?’ dijo en cierta ocasión San Agustín. Nosotros, los alemanes, sabemos por experiencia que estas palabras no son una mera quimera”, afirmó. “Hemos experimentado cómo el poder se separó del derecho, se enfrentó contra el derecho; cómo se ha pisoteado el derecho, de manera que el Estado se convirtió en el instrumento para la destrucción del derecho; se transformó en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar el mundo entero y empujarlo hasta el borde del abismo”, añadió.

Al final de su intervención, los presentes se pusieron en pie y aplaudieron durante un buen rato al Papa que se retiraba del atril.

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