viernes, 28 de octubre de 2011

El ejercicio de la autoridad política

El pasado 15 de octubre, millones de personas en todo el mundo reclamaron nuevas y éticas maneras de hacer en política y economía. Casi mil ciudades de los cinco continentes -80 en nuestro país- se unieron a la convocatoria. La sensación de indignación y hartazgo ya es universal... y sin entrar a discutir si los que se manifiestan son “galgos o podencos”... todos podemos estar de acuerdo en algunas cosas.

Por poner un ejemplo... es inadmisible e inmoral que, a la vez que familias son desahuciadas, veamos a directivos de entidades bancarias -intervenidas y saneadas con dinero público- adjudicándose millones de euros como premio por su “buena” gestión.

Al tiempo, vamos conociendo los candidatos a las elecciones del próximo 20 de noviembre. Serán 7 personas (3 en el Congreso y 4 en el Senado) las encargadas de trabajar por los intereses de todos los palentinos y palentinas... sin olvidarse del bien común de todos los españoles.

Es un buen momento para repasar lo mucho que la Doctrina Social de la Iglesia dice sobre la “actividad política”. Palabras que a los católicos (también a los políticos católicos) deben iluminarnos. Repasemos algunas de ellas:

- “La responsabilidad de edificar el bien común compete, además de las personas particulares, también al Estado, porque el bien común es la razón de ser de la autoridad política. El Estado, en efecto, debe garantizar cohesión, unidad y organización a la sociedad civil de la que es expresión, de modo que se pueda lograr el bien común con la contribución de todos los ciudadanos.” (Compendio de la DSI. 168).

- “Considerar a la persona humana como fundamento y fin de la comunidad política significa trabajar, ante todo, por el reconocimiento y el respeto de su dignidad mediante la tutela y la promoción de los derechos fundamentales e inalienables del hombre” (388).

- “El ejercicio de la autoridad política, en efecto, así en la comunidad en cuanto tal como en las instituciones representativas, debe realizarse siempre dentro de los límites del orden moral para procurar el bien común -concebido dinámicamente- según el orden jurídico legítimamente establecido o por establecer” (394).

- “El sujeto de la autoridad política es el pueblo, considerado en su totalidad como titular de la soberanía” (395).

Difícil tarea les espera a los políticos en estos tiempos recios. Pidamos a Dios que no les falte imaginación, sentido de la responsabilidad, capacidad de diálogo... y que abunden las clásicas virtudes: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

Y si esto no puede ser, nos queda el ejemplo del bueno de Sancho Panza... que renunció a la Ínsula de Barataria al no sentirse capaz de gobernarla. Vio que no todo era placer y buena vida... vio que gobernar implicaba disciplina, trabajo duro y largo y hasta algo de austeridad.
Domingo Perez Rodríguez 

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