Qué distintas las Cartas de San Juan de Ávila, de las Cartas de Santa Teresa, su dirigida! Sabiendo que, para conocer la vida y doctrina de ambos santos, es imprescindible haber leído sus Cartas. Pero yo no voy a escribir sobre las Cartas de Santa Teresa. Eso sí, en tres pequeños artículos, presentaré rasgos de la doctrina de San Juan de Ávila a través de sus Cartas. Escribió más de mil, dirigidas a toda clase de personas y en todas las circunstancias que podamos imaginar.
En la Carta 102 de las Obras Completas (BAC), escribe a una señora que estaba apenada: “Señora, no cuide de su propio juicio, sino vive en fe; no escudriñe, sino a ojos cerrados, fíese de Dios... sin preguntarle por qué nos lleva por tal y cual camino, sin murmurar de Él porque nos sacó de Egipto y trujo a desierto de tanta aspereza y amargura”. Y sigue diciendo: “La sabiduría de los santos consiste en negar su parecer y su voluntad y seguir a ojos cerrados la de nuestro Señor. Señora, con entera fe adore lo que Dios quiere, que él está en el cielo y la ama y sabe el cómo y por dónde”.
A un señor muy amigo y afligido, le escribe: “Mucho, señor, querría que el humo de estas cosas perecederas no cegase nuestros corazones para impedirnos la vista de las eternas. Plega a Cristo nos veamos en el cielo, adonde reposen todos nuestros deseos poseyendo al que es verdadera hartura de ellos”.
A un discípulo le escribe: “Pensad que el Señor os guarda en puerto de seguridad, debajo de la cáscara amarga de la tribulación, para que no os corrompáis con la mucha dulzura, más seáis preservado con lo amargo de la mirra”.
Si queremos conocer a San Juan de Ávila y su doctrina, como a Santa Teresa y su Camino de Perfección, es imprescindible leer sus cartas, y leerlas despacio y leerlas muchas veces.
Germán García Ferreras
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