Por Natalia Aguado León
Son momentos difíciles para las convicciones, para los compromisos... Nuestras vidas, en raras ocasiones, reflejan nuestra libre opción por el Evangelio, pero no obstante, siempre hay destellos que ponen de manifiesto el amor de Dios a cada uno de sus hijos. Familias comprometidas, laicos convencidos de su importante labor en la Iglesia, sacerdotes entregados al Evangelio, misioneros que conviven con los más débiles en sus mismas condiciones, organizaciones que dejan atrás el lucro y los beneficios económicos y ponen todo su empeño en crear justicia y tender puentes hasta aquellos que están alejados...
Nuestra Diócesis vive este mes de junio un gran acontecimiento, dos diáconos palentinos, han decidido avanzar en su vocación y recibirán la Ordenación Sacerdotal de manos del Obispo de la Diócesis, el próximo 30 de junio a las 11h en la Catedral.
Iglesia en Palencia ha hablado con Isaac y Diego.
Isaac: Como es lógico, con mucha alegría, esperando este regalo tan grande de Dios, que es el sacerdocio. También con nervios, ante la responsabilidad que esto supone, pero con mucha confianza en el Señor, que es quien nos ha llamado.
Diego: Con mucha ilusión y con muchas ganas de ser sacerdote. En este momento previo, es una maravilla ver cómo el Señor ha pasado por mi vida a través de personas, experiencias y situaciones concretas, a lo largo de todo este tiempo de formación en el Seminario.
¿Os habéis encontrado con muchas dificultades durante el camino?
Isaac: Siempre hay dificultades en el camino, pero gracias a la oración y a los sacramentos, podemos permanecer en todo momento unidos a Cristo, que ofreció su sufrimiento al Padre por la salvación de los hombres.
Diego: El camino de la vida no es un camino de rosas, como no lo es tampoco el de la vocación. Pero ya el Señor nos tiene avisados: “El que quiera seguirme cargue con su cruz y me siga”.
¿Qué persona/s han influido en vuestra vocación sacerdotal?
Isaac: En primer lugar, mis padres y mis hermanos, especialmente el ejemplo silencioso de mi hermana monja; también D. Lorenzo, “mi párroco de toda la vida”; y cuando ya era un poco más mayor, la Escuela de monaguillos de la Catedral: D. Ricardo y D. José, las Auxiliares Parroquiales y los otros monaguillos que entraron al Seminario antes que yo: David, Eduardo y Diego. También, por supuesto, los Rectores y formadores del Seminario, así como los demás seminaristas de Palencia y de otras Diócesis.
Diego: Todo en la vida es “Gracia”. Si el Señor te llama, es Él quien te da la fuerza necesaria para seguirle. Pero el Señor también busca personas concretas para que te ayuden en el camino de la vocación. En primer lugar, la familia. En ella he vivido un ambiente cristiano de piedad, de entrega, de sacrificio, de generosidad. Especialmente significativas han sido mis abuelas. En mi familia ha habido consagrados: un pasionista y un hermano trapense. Otro ambiente especial en el que descubrí la vocación al sacerdocio ha sido en la Catedral, en la “Escuela de Monaguillos Juan Pablo II”. Aquí, acompañado de sacerdotes, de las Religiosas Auxiliares de Cristo Sacerdote y de los otros monaguillos, descubrí cómo el Señor me quería cerca de Él. Y ya el paso final fue cuando di el salto al Seminario Mayor de Palencia, donde profundicé en el conocimiento de Dios y de la Sagrada Escritura.
¿Qué destacarías de este tiempo como Diáconos?
Isaac: Un acontecimiento importantísimo ha sido la JMJ. Fueron unos días inolvidables. Participar en todo esto siendo Diácono ha sido una gran suerte.
Diego: He vivido con alegría este ministerio en el servicio al altar y en el servicio a los hermanos que más lo necesitan. Eso es lo que he querido hacer en esta etapa, teniendo en cuenta además que nunca dejaré de ser diácono, es decir, “servidor”. Me gustaría destacar también la experiencia inolvidable de la JMJ en Madrid puesto que al ser diácono pude vivir más de cerca todas las celebraciones con el Santo Padre.
¿Qué pedís a la Iglesia palentina?
Isaac: Pido a todos los fieles que recen, que recen mucho y hagan sacrificios rogando a Dios que envíe a nuestro Seminario jóvenes valientes que estén dispuestos a entregar todo por Jesucristo, para bien de la Iglesia. Estos jóvenes saldrán de familias cristianas o de movimientos en los que se hace una clara propuesta vocacional. Ojalá aumenten en nuestra Diócesis estos movimientos. Éste es el mejor regalo que puedo pedir.
Diego: Pedir, puedo pedir poco. Más bien me gustaría mostrar mi profundo agradecimiento por el esfuerzo y el empeño que ha puesto en llevar a buen puerto mi vocación. La Diócesis ha dedicado personas, tiempo y dinero a mi formación. Por ello estoy muy agradecido. Ahora tengo muchas ganas de trabajar para ella, para que el Señor sea más conocido y querido por todos los católicos palentinos y por todos los hombres de buena voluntad.
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