Por Natalia Aguado León
Esta mañana desayuno con varias informaciones sobre África, y lo mejor de todo es que son positivas... Congo reduce a la mitad la mortalidad materna. Argelia, primer país árabe con un 30 % de mujeres parlamentarias. Se reanuda la atención sanitaria en el norte de Malí... no quiero seguir leyendo porque habrá muchas más noticias relacionadas con el continente africano que hagan que pierda el buen sabor que me han dejado estos tres titulares. Así, que con ellos me quedo, los saboreo y me regodeo en la esperanza que despiertan en mí hacia este continente que tanto me obsesiona y enloquece.
Pero poco dura la alegría en casa del pobre... llega a la oficina de comunicación una mujer de mediana edad, religiosa de la congregación del Santo Ángel. Por su forma de mirar, de escuchar, de permanecer, intuyo que es misionera... sí, sí, misionera en África desde hace más de 40 años. Consuelo Cuadrado -natural de Villasarracino, vecina de Buenavista y misionera en África- empieza a contar que hasta hace bien poco, Malí era un país muy seguro y un país de paz, pero desde hace un tiempo es un país que sufre el miedo, las violaciones, los saqueos y en el que la población del norte huye hacia el sur para evitar los duros enfrentamientos y la violencia que en ellos impera (ya decía yo que duraba poco la alegría). Muchos de estos refugiados duermen actualmente a la intemperie, sin acceso a agua potable, comida y servicios sanitarios.
¿Cuál es la labor que realizan las hermanas del Santo Ángel en Bamako?
Trabajamos en barrios periféricos, tenemos un dispensario y un centro de promoción femenina y pastoralmente colaboramos con la parroquia con grupos de catequesis, de fe para jóvenes y adultos. Pero nuestra principal labor es compartir la vida con la gente de Malí.
¿Cuál es el papel de la mujer en África?
La mujer en Malí es una mujer libre, con una gran fuerza social y económica. Pero desde hace un tiempo está empezando una influencia islámica fundamentalista que hace que la mujer pierda esa libertad. Por lo general la convivencia en Malí del Islam con el resto de religiones es de respeto, el problema viene con estos movimientos extremistas, respaldados por grupos de Al Qaeda que están privando de libertad y sembrando el miedo entre la población.
¿Cómo ve el futuro de Malí?
Dada la situación actual, los golpes de estado, los saqueos en el norte... el futuro no es muy esperanzador. Malí no cuenta con recursos naturales y tal vez por eso es un país al que se le tiene un poco abandonado y hasta ahora no ha habido respaldo por parte de la comunidad internacional. Malí no puede hacer frente él sólo a la realidad actual. El país siempre ha sido pobre, pero nunca han existido muchas diferencias entre unos y otros. Últimamente, ha aumentado la corrupción, se dice que el desierto es un buen lugar para el tráfico de drogas y cada vez más, existe una brecha entre los que tienen mucho y los que tienen nada. En lo que respecta a la educación, hemos notado que ha disminuido mucho el nivel educativo, existe desgana y se convocan numerosas huelgas. Pero también hay ejemplos que nos dan esperanza: se han favorecido los centros de salud, el acceso a vacunas ha aumentado y ahora ya son muchas menos las personas que fallecen por enfermedades como la meningitis o el sarampión.
¿Cómo viven usted y su comunidad este tiempo revuelto?
No hemos sentido miedo, pero sí dolor, inquietud y pena. Afrontamos esta situación con serenidad y deseando que se instaure la paz. Porque a pesar de que somos pobres, si tenemos paz se puede trabajar, pero sin ella, es imposible. Nuestra iglesia es pobre pero es libre y eso nos da fuerza para continuar con el pueblo africano.
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