No son lo mismo. Veamos. Las ideas son necesarias. Con ellas (y con el corazón) se construyen las sociedades. Con ideas se gobierna y se colabora con los que asumen responsabilidades de servicio. Sin ideas el mundo languidece, se vuelve repetitivo, monocorde.
¿Y qué decir de los ideales? Los ideales siempre se colocan en el horizonte, y tiran de nosotros hacia el mañana. Los ideales son muy convenientes. Suelen ser atractivos y mueven a las personas hacia metas elevadas.
¿Y las ideologías? De las ideologías, tal y como se entienden hoy, mejor es prescindir. Las ideologías, sobre todo si son cerradas (y hoy suelen serlo bastante) dividen, excluyen y generan confrontación. Otra cosa son los idearios: los idearios están formados por un conjunto de valores considerados fundamentales para asentar las pautas de conducta que rigen, sobre todo, las instituciones educativas y otras por el estilo.
Con ideas (buenas ideas) se gobiernan países, se rigen pueblos y se dinamizan grupos. Las ideas mueven los colectivos humanos. Con ellas se construye todo lo que espera ser construido. Aunque hoy manda la economía (o sea, el dios Mammón) los países se siguen edificando con las ideas y las palabras, con la inteligencia y las manos. Mediante la Palabra (el Logos) se hizo nada menos que el mundo, si hacemos caso al prólogo del evangelio de san Juan y al capítulo 1º del Génesis.
Las buenas ideas siembran, como en la primavera, los campos de vida; ideas perversas suelen engendrar males y desgracias sin número. En cambio las ideologías, por lo que tienen de combativas y excluyentes suelen dar al traste muchas de las realizaciones y esfuerzos pacientemente invertidos. Las mejores revoluciones se han hecho con grandes ideas y sin derramamiento de sangre; pero las ideologías, sobre todo si han estado manipuladas por intereses políticos o económicos, han conducido a desastres sin número. Las ideologías, ya digo, dividen y destruyen lo que se levanta con las ideas, los esfuerzos y la entusiasta colaboración ciudadana.
Hace cincuenta años, por lo menos, que se hablaba ya del “ocaso de las ideologías”. Sobre todo en Occidente. Después de las guerras, las personas quedaron vacunadas de esta peste. Pero, aunque algunas ideologías hayan caído con los regímenes políticos que las sustentaban, otras van surgiendo como hongos siniestros y venenosos. Nacionalismos que se quieren imponer por la fuerza y el chantaje. Economicismo, sin freno. Relativismo, a todo pasto. Laicismo duro y agresivo (nada que ver con la laicidad positiva y abierta). A la postre, lo que se ideologiza se pudre. Incluidos los idearios y sentimientos religiosos. Cuando la religión se ideologiza, puede engendrar monstruos. Aunque, visto lo que estamos viendo, una de las peores ideologías de este tiempo es la de los mercados liberales sin freno ni concierto. Dios nos libre de ella.
Eduardo de la Hera Buedo
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