El sábado 29 de octubre tuve el inmenso privilegio de pasar
un rato con una buena representación de las religiosas de vida contemplativa de
nuestra diócesis. De vuelta a Palencia, volviendo de La Trapa tenía una sensación de
alegría... que todavía me dura.
Yo -creo que como la mayoría de hombres y mujeres de nuestro
tiempo- soy poco de “contemplar”. Eso de estar todo el día enclaustrado, muchas
veces en silencio, alabando a Dios, reflexionando y rezando por todo el mundo
habido y por haber... se me hace cuesta arriba.
Pero algo debe haber... algo debe aportar esa vida. Algo
deben tener estas buenas mujeres... Porque la alegría que transmiten no es
normal. Será que son mujeres de Palabra... de La Palabra. Será que
pertenecer a Dios, verdaderamente da la alegría. Será que han conseguido
convertir su vida en el “seno de María que gesta la Palabra y da la Palabra”.
Sirva como reconocimiento a todas ellas, un par de nombres.
Sor Amparo, madre abadesa del Monasterio de las Clarisas de Palencia
(a la derecha en la foto)... que al día siguiente del encuentro en La Trapa, hacía 50 años de su
consagración. Y Sor María Antonia, que tras 93 años y 70 de vida consagrada en
el Monasterio de las Clarisas de Calabazanos... fallecía la semana pasada.
1, 2, 3... 50, 70 años alrededor del Santísimo,
experimentando el amor de Dios, reflexionando la Palabra... orando por
todos nosotros. Deberíamos estar agradecidos a estas buenas mujeres... y
acercarnos a sus casas.
Domingo Pérez
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