El Observador Permanente de la Santa Sede ante la UNESCO, Mons. Francesco Follo, afirmó el pasado 29 de octubre en la conferencia general de este organismo, que “la paz mundial ha de construirse a partir de las pequeñas comunidades, principalmente la familia, la escuela y la ciudad”.
La paz local es una contribución obligatoria para alcanzar la paz universal. Y es en las comunidades que constituyen una “pequeña sociedad” donde encontramos modelos y enseñanzas para vivir en paz.
La primera de estas “pequeñas sociedades” es la familia. El hombre aprender a ser humano, dentro de la familia, en un lugar privilegiado para el primer encuentro con los demás. Aprender a vivir en familia es una prioridad.
En la escuela aprendemos a comportarnos como seres sociales. Necesitamos cultura y conocimientos... pero también debemos emplear todos los medios a fin de que los niños aprendan a vivir juntos respetando las legítimas diferencias y experimentando la fraternidad humana y la amistad. Lo importante no es saber por saber, sino saber para servir, saber para estar con los otros en paz.
Por fin, la familia y la escuela se encuentran en la ciudad, en el pueblo. Nuestro mundo se ha convertido en un lugar donde se experimentan a la vez la cultura más refinada y la mayor violencia, la riqueza y la pobreza. Conviene trabajar para que la ciudad o el pueblo sean verdaderamente humanos... para que las comunidades de personas basen su existencia sobre los principios positivos que se derivan de sus respectivas culturas y llevan a una cultura de la paz y a la desaparición de la violencia en todas sus formas.
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