sábado, 26 de noviembre de 2011

Haití... desde los ojos de los niños. Carlos, Hesnel y los Restavek

La periodista palentina May Chaparro (Cadena Ser) ha participado en un viaje organizado por Manos Unidas con periodistas de diferentes provincias en el que han podido conocer de primera mano los proyectos promovidos y financiados por esta ONG Católica en la zona.


Carlos. Su madre lo abandonó en un viejo sillón descompuesto que sirve para la espera en el pequeño dispensario que las Dominicas tienen en Puerto Príncipe. Se sitúa justo al lado del centro de rehabilitación de mutilados que la religiosa Isa Sola impulsa después de que el terremoto fuera protagonista de las muchas mutilaciones que sufrieron los haitianos.

Habíamos sido participes de muchas experiencias intensas... pero la visión del pequeño -lleno de heridas y totalmente exhausto, incapaz de tomar un poco de agua que la Hna. Gloria intentaba ofrecerle- me produjo una sensación de impotencia tal que las lágrimas se agolparon con tanta intensidad que no podía pararlas. Corrían por mis mejillas y por las de mis compañeros mientras observábamos la imagen del abandono y la soledad.

Esnel. Es un niño de nueve años. Hace dos tras morir su padre y ser abandonado por su familia, quedó como vagabundo por los campamentos de desplazados donde malviven miles de personas. Era habitual verle participar en actos vandálicos, en peleas callejeras... incluso había participado en la violación de una chica.

Los Restavek. Son hijos de familias campesinas que abrumadas por las dificultades deciden enviarlos a la ciudad... para que otras familias todavía más pobres que ellos en ocasiones se hagan cargo de ellos. Entienden que así les dan la posibilidad de tener un futuro mejor. La realidad es mucho más dura. Se convierten en los esclavos del siglo XXI. Son el último eslabón de una cadena de penurias y tienen que hacerse cargo de las labores más difíciles del hogar. Hay 300.000 niños en estas condiciones.

Con estas premisas se preguntaran ustedes que cómo se puede mirar hacia el futuro con esperanza. Afortunadamente hay quien tiene la respuesta... La Hna. Gloria, de las dominicas, el Padre Freddy y el Padre Miguel son solo tres ejemplos de personas que están trabajando en Haití y que desarrollan proyectos que son apoyados por Manos Unidas. Son lo que denominamos “contrapartes”... y viven día a día la realidad de un país que sigue siendo el más pobre de América.

La escuelita de la Hna. Gloria da de comer a 600 niños. Además de facilitarles la asistencia a las clases, está muy cerca del pequeño dispensario donde se atienden las necesidades sanitarias de un país donde no hay infraestructuras, ni educación, ni sanidad pública.

El Padre Freddy ha levantado un local de madera en mitad de uno de los campos de desplazados de Puerto Príncipe. Allí se recogen para rezar... pero también para cantar, para trabajar, para hablar. Como dice el obispo de Haití Guire Poulard, “la Iglesia en este país no es un edificio es todo un pueblo unido en la adversidad”. El Padre ha conseguido que muchos de los niños que viven en el campamento no se conviertan en pequeños delincuentes, y que tengan opción de ir a la escuela y de sonreír.

El Padre Miguel es el tercer pilar de esta historia donde cabrían otros muchos hombres y mujeres. Él ha sido capaz de conseguir que los niños esclavos tengan el permiso de sus familias de acogida para dejar de sentirse cautivos. Aunque sus condiciones en los hogares son muy similares, pueden acudir a la escuelita unas horas al día, los mayores pueden aprender un oficio y además tendrán ocasión de retomar la relación perdida con sus familias biológicas.

Superar todas las dificultades y hacerlo con una alegría inmensa no es labor de titanes. Es un proyecto vital y el nuestro, debe ser cooperar con todos ellos para lograr que cada uno de estos niños sepa que tienen esperanza. 

May Chaparro

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