El pasado 19 de octubre, terminó con una Misa solemne en la Plaza de San Pedro de Roma, el Sínodo Extraordinario de la Familia, coincidiendo con la beatificación del Papa Pablo VI. El tema central del debate fue, según figura en el lema que presidió el encuentro, “Los desafíos de la familia en el contexto de la evangelización”.
Este Sínodo tuvo un carácter de preparación del material de estudio que se va a distribuir a los obispos de todas las diócesis del mundo, para que, asesorándose convenientemente con sacerdotes y laicos expertos en los variados asuntos relacionados con la familia, aporten sugerencias para un informe final que se debatirá y se presentará finalmente al Papa durante la nueva asamblea sinodal ordinaria, durante el mes de octubre de 2015.
Finalizados los trabajos del Sínodo, el Papa Francisco, que guardó un respetuoso silencio durante todas las deliberaciones en el aula, se dirigió a todos los participantes diciendo: «Puedo decir serenamente que -con un espíritu de colegialidad y de sinodalidad- hemos vivido verdaderamente una experiencia de “sínodo”, un recorrido solidario, un “camino juntos”. Y siendo un “camino” -como todo camino- hubo momentos de profunda consolación, escuchando el testimonio de pastores verdaderos y los testimonios de las familias que han participado del Sínodo. Y también hubo momentos de desolación, de tensión y de tentación.
Tantos comentadores han imaginado ver una Iglesia en litigio donde una parte está contra la otra, dudando hasta del Espíritu Santo, el verdadero promotor y garante de la unidad y de la armonía en la Iglesia. El Espíritu Santo, que a lo largo de la historia ha conducido siempre la barca a través de sus ministros, también cuando el mar era contrario y agitado y los ministros infieles y pecadores.
Esta es la Iglesia -dijo el Papa-, que busca ser fiel a su Esposo y a su doctrina; que no tiene miedo de comer y beber con las prostitutas y publicanos; que tiene las puertas abiertas para recibir a los necesitados, los arrepentidos y no sólo a los justos o aquellos que creen ser perfectos.
Cuando la Iglesia se expresa en comunión, no puede equivocarse: es la belleza y la fuerza del sensus fidei, de aquel sentido sobrenatural de la fe, que viene dado por el Espíritu Santo para que, juntos, podamos todos entrar en el corazón del Evangelio y aprender a seguir a Jesús en nuestra vida. Pero, el Señor Jesús ha querido que el Colegio Apostólico, los Obispos, en comunión con el Sucesor de Pedro, participaran en esta misión suya de cuidar al pueblo de Dios, de ser educadores de la fe, orientando, animando y sosteniendo a la comunidad cristiana... El Papa en este contexto no es el señor supremo, sino más bien el supremo servidor, el garante de la conformidad de la Iglesia a la voluntad de Dios, al Evangelio de Cristo y a la Tradición de la Iglesia, dejando de lado todo arbitrio personal, siendo también -por voluntad de Cristo mismo- “el Pastor y Doctor supremo de todos los fieles” y gozando “de la potestad ordinaria, que es suprema, plena, inmediata y universal de la iglesia”».
Finalmente, el Papa explicó que «todavía tenemos un año para madurar con verdadero discernimiento espiritual, las ideas propuestas y encontrar soluciones concretas a las dificultades e innumerables desafíos que las familias deben afrontar; para dar respuesta a tantos desánimos que circundan y sofocan a las familias, un año para trabajar sobre la Relación final del Sínodo, que es el resumen fiel y claro de todo lo que fue dicho y discutido en esta aula y en los círculos menores».
Esta Relación final consta de 62 proposiciones, que los padres sinodales ya han entregado al Papa Francisco. La primera y la última de las propuestas ilustran bien la finalidad del documento y cómo debe considerarse. La proposición número 1 afirma: «El Sínodo de los Obispos, reunido en torno al Papa, dirige su pensamiento a todas las familias del mundo con sus alegrías, con sus problemas, con sus esperanzas. En particular siente el deber de dar gracias al Señor por la generosa fidelidad con que tantas familias cristianas responden a su vocación y a su misión. Lo hacen con alegría y con fe cuando el camino familiar las pone frente a obstáculos, incomprensiones y sufrimientos. A estas familias va dirigido nuestro aprecio y el apoyo de toda la Iglesia y de este Sínodo».
Y la proposición final, la número 62, dice así: «Las reflexiones propuestas, fruto del trabajo sinodal, que se ha desarrollado con gran libertad y con un estilo de escucha recíproca, tratan de proponer cuestiones e indicar prospectivas que deberán madurarse y precisarse por la reflexión de las iglesias locales durante este año, hasta la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, prevista para Octubre de 2015, dedicada a la vocación y a la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. No se trata, pues, de decisiones ya tomadas ni de prospectivas fáciles. No obstante, el camino colegial de los Obispos, con la colaboración del entero pueblo de Dios, bajo la acción del Espíritu Santo, mirando al modelo de la Sagrada Familia, podrán guiarnos a encontrar caminos de verdad y de misericordia para todos. Es el deseo que, desde el comienzo de nuestros trabajos, el Papa Francisco nos ha dirigido, invitándonos al coraje de la fe y a la acogida humilde y honesta de la verdad en la caridad».
El Documento final puede consultarse en la página web de la diócesis www.diocesispalencia.org
entrando en la solapa “La voz de la Iglesia”.
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