Todo cristiano, cualquiera que sea su vocación, debe saber perdonar siempre y no dar jamás escándalo, porque el «escándalo destruye la fe». Son palabras del Papa Francisco en la Misa matutina, celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el pasado 11 de noviembre.
Mejor arrojarse al mar con una piedra atada al cuello. Jesús, prefiere una imagen cruda a cualquier otra expresión endulzada, cuando dice a sus discípulos que cosa piensan de quienes dan escándalo a los otros, especialmente si son indefensos. El Papa Francisco estructuró su homilía centrándose en el pasaje del Evangelio de Lucas, enunciando tres palabras claves: escándalo, perdón y fe. «Ay de aquellos que escandalizan», afirma Cristo... y esto, dijo el Papa, vale para todos los cristianos. «Escándalo es decir y profesar un estilo de vida “soy cristiano” y luego vivir como pagano, que no cree en nada». Esto da escándalo «porque falta el testimonio», mientras «la fe confesada -subrayó el Papa Francisco- es vida vivida»:
«Cuando un cristiano o una cristiana, que va a la iglesia, que va a la parroquia, no vive así, escandaliza. Pero cuántas veces hemos escuchado: “Pero yo no voy a la Iglesia porque es mejor ser honesto en casa y no ir como aquel o aquella que van a la Iglesia y luego hacen esto, esto…” ¡El escándalo destruye, destruye la fe! Y por esto Jesús es tan fuerte: “¡Estén atentos! ¡Estén atentos!”. Y esto nos hará bien repetirlo hoy: ¡Estén atentos a ustedes mismos! Todos nosotros somos capaces de escandalizar».
Del mismo modo, todos deberíamos saber perdonar. Y perdonar «siempre», insiste el Papa haciendo eco de las palabras de Cristo, que invita a hacerlo incluso «siete veces en un día» si quien nos ha hecho una falta nos los pide arrepentido. Jesús, observa el Papa Francisco, «exagera para hacernos entender la importancia del perdón», porque «un cristiano que no es capaz de perdonar, escandaliza: no es cristiano»:
«Debemos perdonar, porque somos perdonados. Y esto está en el Padre nuestro: Jesús nos lo ha enseñado ahí. Y esto no se entiende en la lógica humana, la lógica humana te lleva a no perdonar, a la venganza; te lleva al odio, a la división. Cuántas familias divididas por no perdonarse: ¡cuántas familias! Hijos alejados de sus padres, marido y mujer alejados… es tan importante pensar en esto: si yo no perdono no tengo, parece que no tengo derecho -parece- de ser perdonado o no he entendido que cosa significa que el Señor me haya perdonado. Esta es la segunda palabra, perdón».
Se entiende entonces, concluyó el Papa Francisco, «porque los discípulos, escuchando estas cosas, le dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”»:
«Sin la fe no se puede vivir sin escandalizar y siempre perdonando. Solamente la luz de la fe, de aquella fe que nosotros hemos recibido. De la fe en un Padre misericordioso, de un Hijo que ha dado su vida por nosotros, de un Espíritu que está dentro de nosotros y nos ayuda a crecer, la fe en la Iglesia, la fe en el pueblo de Dios, bautizado, santo. Y esto es un don, la fe es un regalo. Ninguno con los libros, asistiendo a conferencias, puede tener la fe. La fe es un regalo de Dios que te dan y por esto los apóstoles pedían a Jesús: “Auméntanos la fe”».
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