domingo, 29 de julio de 2012

Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron

29 de julio de 2012 - Domingo XVII del Tiempo Ordinario

- 2R 4, 42-44. Comerán y sobrará.
- Sal 144. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
- Ef 4, 1-6. Un solo cuerpo, un Señor, una fe, un bautismo.
- Jn 6, 1-15. Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron.

La lectura continuada del evangelio de Marcos -justo cuando llegaba el milagro de la multiplicación de los panes- queda interrumpida durante los próximos cinco domingos por el capítulo sexto del evangelio de San Juan sobre el pan de vida.

Precisamente este primer domingo narra el signo de la multiplicación de los panes y los peces, uno de los siete que recoge el llamado “Libro de los Signos” (Jn 2, 12). El evangelista llama a los milagros signos, ya que constituyen señales claras de la manifestación de la gloria de Jesús ante los suyos.

El protagonista absoluto en el relato es Jesús que se muestra como el Señor, que sabe lo que tiene que hacer. El papel de los discípulos queda reducido al de acomodadores; naturalmente deben recoger también los doce cestos sobrantes. El milagro acentúa la sensibilidad de Jesús ante las necesidades profundas del hombre; le siguen porque “han visto los signos que hacía con los enfermos”, pero el hecho lleva a la gente a pensar que Jesús es el profeta semejante a Moisés. Las palabras de Jesús los panes evocan la Eucaristía “tomó los panes, y después de dar gracias a Dios, los distribuyó entre todos”. Más que la multiplicación de los panes habría que hablar de la multiplicación del “pan”. El signo apunta a otro pan, el Señor, como salvación, “el Pan de vida”: en la actividad evangelizadora de Jesús, son inseparables el alimento del cuerpo y del alma. La superación de lo que parece imposible a los hombres -el dinero, doscientos denarios- es un gesto sólo comprensible desde la fe.

Con la misma soberanía con que Jesús había dado de comer a cinco mil hombres, rechaza las pretensiones de quienes le quieren proclamar rey, que les solucione los problemas de cada día. Y busca en el silencio y el encuentro con el Padre la fuerza para rechazar la tentación. ¡Ojalá los creyentes de hoy descubramos en Jesús al que verdaderamente es!: El enviado del Padre para nuestra salvación integral.

“En la actividad evangelizadora de Jesús, son inseparables el alimento corporal y del alma”. ¿Es así mi actividad evangelizadora: la preocupación por la persona en todas sus dimensiones?

José González Rabanal

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