miércoles, 25 de noviembre de 2015

«Yo tenía una casa… y fui feliz mientras vivía en ella»

«Yo tenía una casa... y fui feliz mientras vivía en ella». Mi casa fue siempre mi lugar de referencia, donde me sentía seguro, acompañado y podía ser yo mismo, allí me sentía persona y formaba parte de la sociedad. Luego la vida se complicó, empezaron a aparecer los problemas, todos encadenados, algunos por responsabilidad mía y otros iban surgiendo por el contexto en el que me hallaba y las relaciones que iba consolidando con personas que no me convenían...

Como queremos ser uno más, queremos que se nos escuche; tener una casa no se trata de un privilegio, es un derecho a todas luces. Tener acceso a ella no debería ser algo que nos tuviésemos que ganar, sino algo que esta sociedad no se puede permitir...

Somos muchos los que llevamos viajando durante mucho tiempo a ninguna parte. No hay conciencia del cansancio físico y mental que eso supone... por ello es tan importante tener un destino. Siempre hay un destino al que las personas llegan. ¿Qué hay del nuestro? ¿Dónde está ese descanso y esa seguridad necesarios?».
Estas son palabras de Personas en situación de sin hogar Cáritas Diocesana de Huelva y Cáritas Diocesana de Madrid.

Palabras que reflejan la vida de las entre 30.000 y 40.000 personas en situación de sin hogar en España. Las más de 400.000 las personas que están en la calle... en toda Europa.


Por ello, Cáritas Española y las organizaciones que integran la Federación de Entidades de apoyo a las Personas Sin Hogar, reclaman que se cumplan derechos que tenemos todas las personas. Derecho a tener un espacio propio, íntimo. Donde nadie pueda entrar de forma arbitraria, a poder trasladarnos de lugar sin renunciar a nuestra identidad, a ser acogidos si ya no podemos vivir en el país, pueblo, barrio, hogar que era nuestro, a proteger nuestros bienes, sean muchos o pocos, o casi no sean nada, a soñar, proyectar, volver a intentarlo una y mil veces, a compartir, tener amigos, compañeros, vecinos, a casa, agua, luz, sin barreras. Salud, educación, formación, música, arte, fiesta, denuncia, unión....

Todos debemos sensibilizarnos y hacer lo posible para que nadie duerma en la calle, para que nadie viva en alojamientos de emergencia por un periodo superior al necesario, para que nadie resida en alojamientos temporales más de lo estrictamente necesario, para que nadie abandone una institución sin alternativa de alojamiento.

Desgraciadamente las personas sin hogar no son noticia. Rara vez los medios de comunicación recogen las agresiones o los fallecimientos de los hombres y mujeres que viven en la calle. El frío del invierno, la nieve y la lluvia sí pueden conseguir que en alguna página de periódico se dediquen unas líneas a esta realidad que no queremos ver, porque nos duele como sociedad; porque nos pone frente a un espejo que devuelve la imagen de un mundo injusto y egoísta. Ajeno al sufrimiento físico y moral de las «personas en situación de exclusión», de «los nadies», de «los invisibles», de «los pobres».

Ante el 29 de noviembre, y la CAMPAÑA DE PERSONAS SIN HOGAR:

  • A las administraciones públicas se pide que «políticas sociales comprometidas que pongan a las personas en el centro (en especial a las personas sin hogar) y apuesten por la protección y garantía de acceso a derechos básicos: salud, vivienda, protección social...», y que «la Estrategia Nacional Integral para Personas Sin Hogar tenga verdadero desarrollo e implementación y no sea una mera declaración de intenciones».
  • A los medios de comunicación y las redes sociales se les invita a «comunicar mensajes respetuosos con los derechos de las personas con un enfoque sensible hacia las personas sin hogar, huyendo de sensacionalismos y estigmas, y manteniendo una mirada de derechos».
  • Y a la ciudadanía y la sociedad entera nos anima «al incremento de la participación en organizaciones y movimientos sociales y ciudadanos, para modificar un modelo social que favorece el sostenimiento de la exclusión social. Ser agentes movilizadores de esperanza y posibilidad, lo que también supone denunciar, exigir y reclamar los derechos de las personas en situación de mayor exclusión, las personas sin hogar».

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