Larga vida y rápido desenlace. D. José Martín Antón nace en Villanueva de los Nabos el 14 de marzo de 1925 en una familia numerosa. Muere el 4 de noviembre de 2015, de modo que su larga existencia fueron 90 años y de sus 8 hermanos quedan solo Rodrigo, Jesús y Esperanza.
Orientado por los padres jesuitas de Carrión llegó al seminario donde se ordenó de sacerdote el 10 de junio de 1951. En el funeral de Santa María de Carrión dijo el Administrador diocesano “que pasó de puntillas por la Diócesis”. Nunca apeteció grandes cargos pero sí dejó raíces donde estuvo.
Sus primeros pasos fueron en Villamuera de la Cueza. Pasó pronto a támara donde se curtió como párroco rural. Llegado el concurso a curatos, se estableció en Revenga de Campos.
Tenía dos facetas muy marcadas: en la iglesia era muy exigente, quizá demasiado para estos tiempos. Después en la calle y en la vida social era muy agradable, simpático y dicharachero. Todos recordamos sus dichos famosos. Su casa estaba abierta para compañeros y amigos, todos bien atendidos por su hermana Sofía. Era para todos incluso taxista si urgía la necesidad.
También desde Revenga atendió la administración del Seminario Menor de Carrión, donde aprovechó para llevar muchos seminaristas a estudiar.
Llegada la jubilación, su hermana y él, entraron en la Residencia de la Merced de Carrión. Todavía desde allí atendió algunos pueblos cercanos.
Dejó huella sacerdotal, muchos le recordamos con cariño. Cuidó las parroquias y siempre buscaba ayudantes y predicadores. Para eso “iba a la feria” con su gran amigo Luis Paredes, como ellos decían alegremente.
Cuidó la catequesis y los monaguillos y todo lo hacía con ilusión y elegancia y sus Misas parecían catedralicias. En verano cuidaba y atendía a los que un día se fueron porque también les consideraba parroquianos.
Desde su puesto dejó huella y ahí queda su recuerdo agradecido. Hizo lo que tenía que hacer y el Señor de la viña le dará ya su recompensa.
Alberto Ruiz Lanchares
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