Tiempo para reanimar la esperanza cristiana, tiempo para revisar y dar nuevo vigor al estilo de nuestra espera. Las lecturas de estos domingos nos irán indicando los modos de esperar apropiados para que nuestra esperanza no sea superficial, vacía, estéril. Será necesario estar vigilantes, despiertos, para que cuándo se encarne el Mesías sepamos reconocer su presencia.
Tiempo de una espera especial: la espera de una presencia que ya ha comenzado pero que anhelamos que sea total en un reino de verdad y vida, de santidad y gracia, de justicia, amor y paz. Un deseo que se manifiesta en nuestra entrega a trabajar para que las promesas de ese reino se hagan realidad en nuestras vidas y en nuestro mundo, siguiendo el estilo de Jesús que cumplió las promesas con su propia vida hasta la cruz. Las dificultades no serán entonces motivo para apagar nuestra esperanza sino tiempo propicio para purificarla.
Actitud de espera... permanecer de pie, atentos, para que no se nos enturbie la mente con los ídolos del mundo. Vigilar, estar alerta a descubrir el “Cristo que viene” en las situaciones actuales, y dar en nuestra vida una respuesta de salvación que necesariamente pasará por la cruz. Mantenernos despiertos para poder descubrir el paso del Mesías que viene a nuestro encuentro. Esta será la señal de que nuestra esperanza es madura.
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