Los dominicos de todos el mundo estamos de celebración jubilar. Cumplimos 800 años de existencia al servicio de la predicación en la Iglesia. El Papa Honorio III, el día 22 de diciembre de 1216 firmó la Bula “Religiosam Vitam”, y con ella daba el reconocimiento oficial a aquellos primeros frailes predicadores que vivían en la iglesia de San Román de Toulouse, en el sur de Francia. Esta obra había sido iniciada por un hombre muy vinculado a Palencia, pues había estudiado en su Estudio General, germen de la primera universidad española.
Santo Domingo nació en el año 1170, en la villa burgalesa de Caleruega. Hijo de don Felix Ruiz de Guzmán y doña Juana Garcés de Aza, fue el tercero de los hijos de este noble matrimonio, que se había asentado en las tierras cercanas al Duero, que habían sido conquistadas para la cristiandad.
Lo que podemos saber de la vida de santo Domingo, sobre todo de su infancia y juventud, se lo debemos a un dominico palentino, llamado fray Rodrigo de Cerrato. En la hagiografía del Santo, nos cuenta cómo su madre, la beata Juana de Aza, soñó, cuando estaba embarazada, «que de su vientre nacía un perro blanco y negro que portaba una antorcha en la boca con la que prendía fuego al mundo». Esta acudió angustiada a uno de los santuarios más visitados en aquella epóca, el cercano cenobio de santo Domingo de Silos. Este santo monje, que había muerto un siglo antes, le reveló que el hijo que esperaba iba a ser un «defensor del rebaño de la Iglesia y que con su voz llenaría el mundo de luz». Así, en la iconografía de nuestro santo fundador casi siempre aparecerá la figura del perro con la antorcha.
A lo largo de este año jubilar, nos acercaremos a la vida y obra de este hombre de Dios y predicador incansable y os daremos a conocer algo más de nuestro convento de San Pablo. De este modo, veremos que Santo Domingo, los dominicos y Palencia no se entienden los unos sin los otros.
Fray Luis Miguel García
Palacios, O.P. Subprior del
Convento de San Pablo (Palencia)
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