Seguramente que para muchos palentinos pasó sin especial relieve, pero otros muchos lo recuerdan perfectamente porque lo están actualizando cada semana. Era el 19 de junio de 2009, fiesta del Corazón de Jesús, hace tres años. Con una sencilla procesión, presidida por el Obispo, entonces D. José Ignacio Munilla, llevábamos a Jesús sacramentado desde la Catedral a la Iglesia de las Claras, inaugurando así la Adoración Eucarística Perpetua en Palencia. Vamos a celebrar, por tanto, dentro de unos días, el tercer aniversario de aquel acontecimiento, que creemos importante para todos.
Desde entonces, día y noche, en invierno y en verano, algunos hombres y mujeres palentinos de todas las edades -unos 600-, una hora a la semana, vienen acompañando al Señor en Adoración Perpetua, convencidos de que la presencia permanente de Jesucristo entre nosotros bien vale la pena corresponderla con nuestra propia presencia: “¿no habéis podido velar una hora conmigo?” (Mt 26, 40) nos dijo el Señor a todos y algunos se lo han tomado en serio, convencidos de que “la Eucaristía es como el corazón latente que da vida a todo el cuerpo místico de la Iglesia: un organismo social basado totalmente en el vínculo espiritual pero concreto con Cristo” (Benedicto XVI), y los adoradores no hacen sino hacer visible entre nosotros esta convicción.
En la carta de invitación a la participación en la Adoración Eucarística Perpetua se nos decía que: “La Iglesia Católica en Palencia se ha embarcado en un singular proyecto de máxima trascendencia”. porque “el proyecto de la Adoración Perpetua está llamado a ser el ‘epicentro’ de la vida diocesana. No lo dudemos, el punto céntrico de Palencia se ubicará en la custodia en la que adoremos perpetuamente a Cristo. Todo lo demás, girará a su alrededor, como un satélite...”.
“La adoración fuera de la santa Misa prolonga e intensifica lo acontecido en la misma celebración litúrgica”. En efecto, “sólo en la adoración puede madurar una acogida profunda y verdadera. Y precisamente en este acto personal de encuentro con el Señor madura luego también la misión social contenida en la Eucaristía, que quiere romper las barreras no sólo entre el Señor y nosotros, sino también, y sobre todo, las barreras que nos separan a los unos de los otros”. Estoy seguro de que la fuerza moral para resolver los problemas sociales entre nosotros no está lejos del Evangelio y el Evangelio es, sobre todo, Jesucristo vivo entre nosotros. Hagamos la experiencia de acompañarle una hora a la semana y empezaremos a ver con más claridad.
Quiero hoy, a la vuelta de tres años, en nombre del Sr. Obispo y de muchos laicos, sacerdotes y religiosos, reafirmarme en esa convicción y agradecer públicamente, una vez más, esta acción callada, pero fecunda para la Iglesia y para el mundo, ayudándonos a todos a ver dónde está “la fuente y el centro” de la vida de los hombres.
Me atrevo a hacer una nueva llamada a aquellos que aún no se han decidido: ¿No podrías dedicar una hora de tu tiempo a la semana para hacer una rato de oración en la Iglesia de las MM. Clarisas, durante el día o la noche, ante el Santísimo? Dios te lo pagará con creces.
Mateo Aparicio. Capellán de la Adoración Perpetua
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