La peregrinación es un tiempo en el que se vive apartado de la vida diaria y en el que uno se dirige a un lugar santo. Santiago, junto a Roma y Jerusalén, es el tercer gran destino de peregrinación cristiana en el mundo.
Los peregrinos tienen a lo largo del Camino de Santiago oportunidad para la reflexión personal, para la oración y para el disfrute de la amistad y el compañerismo con otros peregrinos de diferentes países y tradiciones. La peregrinación es una oportunidad de renovación espiritual y de crecimiento en la fe personal...
Las personas que deciden hacer el Camino de Santiago suelen hacerlo por muy variados motivos y razones: simple caminar, contacto con la naturaleza, conocimiento del arte y la cultura. Son meros “caminantes”.
Pero son muchos, quizá la mayoría, los que inician el Camino por motivos claramente religiosos. Éstos son los auténticos “peregrinos”. Tratan de aprovechar esos días para realizar una experiencia que les ayude a reflexionar sobre su fe y su vida cristiana para renovarse espiritualmente.
Ponerse a andar
En nuestra sociedad está muy de moda andar, viajar, recorrer caminos, hacer senderismo... Y se hace por muchos motivos: salud, cultura... Todos manifiestan las ventajas de todas estas actividades.
Pero hay caminos que tienen un sentido especial, sobre todo, religioso. Son los que se dirigen a santuarios dedicados a la Virgen o algún santo.
Mas podemos afirmar que ninguno tiene la importancia y el relieve universal que tiene el llamado “Camino de Santiago”. Es un Camino de gran tradición histórica que han recorrido millones de peregrinos de todas las culturas y religiones y que siempre estuvo impregnado de un profundo sentido religioso. Un Camino que tiene como meta llegar a Compostela y visitar la Tumba del Apóstol Santiago.
El que se ha decidido a recorrer ese Camino de Santiago, ha dejado por unos días las ocupaciones habituales, el trabajo, la familia, las relaciones diarias. Emprende un camino, en muchos aspectos, desconocido. Peregrinar es salir, dejar un lugar para dirigirse a otro. Ése es el espíritu del peregrino. Sale de casa para dirigirse a Compostela. Y lo hace convencido de que vale la pena y está dispuesto a todo. Con el ánimo levantado se pone en camino... y en su caminar pasa por nuestra diócesis.
Esto bien lo saben los vecinos de Itero del Castillo, Boadilla del Camino, Frómista, Población de Campos, Revenga de Campos, Villovieco, Arconada, Villamentero de Campos, Villalcazar de Sirga, Carrión de los Condes, Calzadilla de la Cueza, Ledigos, Terradillos de los Templarios, Moratinos y San Nicolás del Real Camino... que son testigos del paso de miles de caminantes.
También es el Camino una oportunidad para todos nosotros... los que asistimos a su paso. Oportunidad para atenderles y acogerles, para mostrarles nuestra la hospitalidad de estas tierras. Y es una buena ocasión para, desde la aceptación mutua, poder establecer una relación y un diálogo en el que brote un clima que favorece el intercambio de experiencias, de situaciones de vida que, quizá, no se dan en la vida normal de cada día.
Una magnífica oportunidad para encontrarnos y relacionarnos con otros. Para que el Camino deje profunda huella en los peregrinos y en nosotros mismos. En definitiva, todas para vivir relaciones que son expresión clara del amor y caridad cristiana.
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