8 de Julio de 2012 - Domingo XIV del
Tiempo Ordinario
- Ez 2, 2-5. Son
un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.
- Sal 122. Nuestros
ojos están en el Señor, esperando su misericordia.
- 2Cor 12, 7b-10. Presumo
de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.
- Mc 6, 1-6. No
desprecian a un profeta más que en su tierra.
Jesús
regresa a su pueblo, después de sus primeras correrías apostólicas; Nazaret,
como todos los pueblos judíos tenía una pequeña sinagoga donde los vecinos se
reunían para rezar, leer y comentar las Escrituras, el día del sábado -desde
niño, Jesús habría sido, con sus visitante asiduo- Ahora haciendo uso del
derecho que tenía todo israelita adulto, Jesús entra el sábado en la sinagoga y
se pone a leer y comentar los texto correspondientes de la Biblia.
El
evangelio de Marcos no recuerda ni el texto ni el comentario de Jesús, pero sí
la conmoción que produjo en quienes lo oyeron: ¿“de dónde saca todo esto”?
Admiran la sabiduría, los milagros de Jesús, pero discuten su origen ¿qué
sabiduría es esa que le ha sido dada”? La respuesta está implícita en la misma
pregunta: es una sabiduría que le ha sido dada,
que no viene de un hombre, ni una escuela, sino de Dios. Es la respuesta
del evangelista, pero no la de sus paisanos de Nazaret, que le habían visto
crecer, que era uno de ellos, un muchacho del pueblo, el carpintero ¿“no es
éste el carpintero, el hijo de María”?; eran incapaces de reconocer en Él al
Mesías, ¿cómo es posible que venga de Dios?, eso es lo que no entienden: que
Dios se haga visible bajo las apariencias comunes, uno de nosotros, conocido de
todos.
¿“No es éste el carpintero, el hijo de
María”?, eso es lo que no entienden: que Dios se haga visible bajo apariencias
comunes, uno de nosotros”. ¿Dónde buscamos y encontramos al Mesías?
José González Rabanal
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