«No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar “superado”.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla».
Vivimos rodeados de crisis. Y quizás, por que hay crisis... hay vida. Nos encontramos a diario con crisis económicas, crisis laborales, crisis de pareja, crisis en las familias, crisis organizativas, en los partidos politicos, en la Iglesia. Crisis en las relaciones de amistad y en los equipos de fútbol. Crisis de identidad en la adolescencia y de soledad en la ancianidad... y gracias a ellas el mundo sigue dando vueltas.
Los cristianos deberiamos vivir esto con otro talante. Vivimos en la Esperanza. Sabemos con firmeza que tras la crisis de Viernes Santo siempre llega el Domingo de Resurrección.
En toda crisis hay una oportunidad de crecer. Feliz Semana Santa a todos.
Domingo Pérez Rodríguez
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