El 29 de abril se celebra la Jornada Mundial de la Oración por las Vocaciones y la Jornada por las Vocaciones Nativas. En este día la Iglesia tiene especialmente en cuenta que Dios elige y llama a hermanas y hermanos a ser presencia de Jesús, el Buen Pastor. Es el regalo que, por amor, nos hace Dios de la vocación, a la vida consagrada y al ministerio sacerdotal; un regalo para toda la Iglesia, pueblo suyo, que sigue necesitando del cariño del Buen Pastor.
Tres rasgos caracterizan al buen pastor: conoce a las ovejas, da la vida por ellas y cuida de la unidad del rebaño. En el lenguaje bíblico, “conocer” va más allá de lo intelectual, se refiere al afecto; a amar a alguien. Dar la vida libremente ayuda a pasar del victimismo y el sinsentido de la violencia, a la existencia oferente, en la que la libertad y la gratuidad caracterizan el amor. Cuidar de la unidad del rebaño, entendido como el pueblo de Dios, es en sentido opuesto a cualquier actitud que divida o crispe. Solo la dulzura, la paciencia y la mansedumbre pueden disponer a que el pastor cuide en vez de dividir; que cure en vez de juzgar y excluir.
En su mensaje a propósito de la Jornada , el papa Benedicto XVI nos recuerda que «toda específica vocación nace, de hecho, de la iniciativa de Dios, ¡es don de la Caridad de Dios! Él es que da el “primer paso” y no por una particular bondad encontrada en nosotros, sino en virtud de la presencia de su mismo amor «derramado en nuestros corazones por el Espíritu” (Rm 5, 5)».
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