Durante la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios de la salvación actuados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén. La Semana Santa para los católicos centra estos días nuestro interés religioso, tanto en la vida litúrgica como en la piedad popular.
Es muy intensa la participación del pueblo en los ritos de esta Semana. Las procesiones que se celebran durante estos días en toda la diócesis congregan un público numeroso que presencia con devoción el recorrido de las imágenes, vibrando de emoción religiosa al contemplar las escenas y personajes representados en ellas: el Jesús doliente o crucificado, su santísima Madre dolorosa, los apóstoles y los demás personajes que intervinieron directa o indirectamente en la Pasión y Muerte del Señor. Y siguiendo a los distintos “pasos”, los cofrades que acompañan al Señor por las calles de la capital y de los pueblos.
La Iglesia alaba esta importante manifestación de la piedad popular, y prescribe que sus ministros, los sacerdotes, presidan estas procesiones, dándoles así un carácter oficial de culto cristiano.
Sin embargo, a lo largo de los siglos, se ha producido en los ritos de la Semana Santa una especie de paralelismo celebrativo, por lo cual se dan prácticamente dos ciclos con planteamiento diverso: uno rigurosamente litúrgico, otro caracterizado por ejercicios de piedad específicos, sobre todo las procesiones. Deberíamos esforzarnos en armonizar las celebraciones litúrgicas y los ejercicios de piedad. En nuestra Semana Santa, el amor y el cuidado de las manifestaciones de piedad tradicionalmente estimadas por el pueblo... debe llevar necesariamente a valorar las acciones litúrgicas, sostenidas ciertamente por los actos de piedad popular.
Lo que en los actos de la piedad popular se representa plásticamente, en la liturgia acaece realmente. Lo que en aquellos es imagen, aquí es realidad. Lo que en los primeros es contemplación y sentimiento, en la segunda es participación y comunión con Cristo. Las manifestaciones de religiosidad popular de nuestra Semana Santa deben completar, si se participa con respeto y dignidad, la experiencia litúrgica.
Animamos a todos los palentinos a vivir una santa Semana Santa, participando en las celebraciones litúrgicas y en las procesiones que a lo largo de toda la diócesis se celebren estos días... con la mirada puesta en el día en que actuó el Señor, la solemnidad de las solemnidades y nuestra Pascua: la Resurrección de nuestro Salvador Jesucristo según la carne.
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