Caminando por Madrid me encuentro con un cartel lleno de frases, multitud de logotipos de asociaciones y empresas de todo tipo... y una imagen de D. Vicente del Bosque.
Al acercarme para leerlo con detenimiento, descubro que el cartel anuncia la celebración -para el 29 de febrero- del Día Internacional de las Enfermedades Raras. Y lo hace con el siguiente texto: SÍNDROME de no me haría ILUSIONES. ENFERMEDAD de mientras a mí NO ME TOQUE. TRASTORNO de no puedo HACER NADA.
“Lo han clavado”... pienso al instante. Han definido en tres frases el gran mal de nuestros días. La enfermedad que poco a poco ha infectado nuestra sociedad. Y para llamar la atención sobre las “enfermedades raras”... nos alertan sobre la enfermedad “más común”.
Conozco buenas personas que todavía no están preocupadas por el sangrante número de parados... al fin y al cabo, su puesto de trabajo -y el de sus hijos- está más o menos asegurado.
Conozco buenas personas que no alcanzan a comprender el drama de los miles de desahuciados porque no pueden pagar su deuda con el banco... Al fin y al cabo... ya tienen pagado su piso.
Cuando las cosas vienen torcidas... lo que prima es el “sálvese quien pueda”, el “Virgencita que me quede como estoy”, el que “cada perro...”. Somos así. Cada uno debe preocuparse de sacar sus castañas del fuego.
Una cantidad enorme de cosas, que nos habrían hecho horrorizar hace 20, 30 o 40 años, han sido poco a poco banalizadas, y hoy apenas preocupan... o dejan directa y completamente indiferente a la mayor parte de las personas.
“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo”... decían los Padres del Concilio Vaticano II en la Gaudium et Spes. Así debe seguir siendo... y no nos queda otra: Difícilmente podremos luchar contra las “enfermedades raras” sino erradicamos el mal más común.
Domingo Pérez
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