Fue a varios miles de metros sobre la tierra. Los periodistas que cubrían el viaje apostólico, rodeaban al Papa para hacerle preguntas sobre la visita que pensaba realizar en África, unas horas después.
Salió el tema de las nuevas corrientes y manifestaciones religiosas. Benedicto XVI, como un buen profesor, fue analizando cada una de las características que las definen: toman un poco de todos los lados, presentan un mensaje simple y de fácil compresión, aparentemente es muy concreto -como que pisa tierra-, no valoran la formación sistemática, su liturgia está basada en la manifestación de sentimientos individuales...
En cambio nosotros, dice el Papa, debemos de ahondar en la catolicidad. Nuestra fe no es un sistema difícil: Dios existe, está con nosotros, nos conoce y nos ama y nos invita a amarnos como hermanos.
¿Y la liturgia? La presencia del misterio en el que creemos, es participativa pero no se puede quedar en la expresión de mis sentimientos. La liturgia nos forma y conforma.
Cuando tendemos a la atomización e individualización de la fe no debemos olvidar que somos católicos y la Iglesia es una gran familia que se conoce y que colabora con espíritu de fraternidad universal.
EZCA
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