domingo, 4 de diciembre de 2011

Allanad los senderos del Señor

4 de Diciembre 2011 - II Domingo de Adviento

- Is 40, 1-5. 9-11. Preparadle un camino al Señor.
- Sal 84. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
- 2P 3, 8-14. Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva.
- Mc 1, 1-8. Allanad los senderos del Señor.

Si el evangelio del domingo anterior -primero de Adviento- nos invitaba a la espera ardiente de la venida del Señor, hoy la liturgia de la Palabra nos devuelve al “comienzo del evangelio de Jesús, Mesías, Hijo de Dios” (v.1). Marcos es el único evangelista que utiliza la palabra “EVANGELIO” para iniciar su escrito. Evangelio (= BUENA NOTICIA) que no quiere decir tan sólo unos relatos sobre Jesús, sino una proclamación de lo que Jesús es y significa: Jesús de Nazaret, que nació en un establo, llevó una vida humilde, que escogió el servicio y la cruz, es el Mesías, el Hijo de Dios. En estos títulos queda indicada la verdadera identidad de Jesús, que se irá desvelando y comprendiendo progresivamente a la luz de sus palabras y de sus obras.

A este Jesús nos invita mirar Juan Bautista, que es presentado por Marcos, a la luz de un texto del profeta Isaías -primera lectura de hoy- como mensajero y voz preparatoria de Jesús, “mira que envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino”. La conmoción que con su forma de vivir y su predicación de penitencia, fue tan grande, que muchos creyeron que él era el Mesías esperado. Y Juan reafirma su misión de “precursor”, señalando a Jesús: “detrás de mí vine uno que es más fuerte que yo. Y yo no soy digno ni de póstrame ante él para desatar la correa de sus sandalias”. Lo expresa muy bien Tertuliano: “Así como la aurora es el fin de la noche y el principio del día, Juan Bautista es la aurora del evangelio y el término de la noche”.

El “Precursor” exhortaba a sus contemporáneos a cambiar de vida, “apareció Juan Bautista en el desierto predicando un bautismo para el perdón de los pecados”, para prepararse a recibir al Mesías, que inauguraría un nuevo orden. Esa llamada resuena hoy en nuestro tiempo, en nuestros corazones. La figura de Juan Bautista es una llamada a la conversión, es decir a revisar nuestra escala de valores. Vivamos con ilusión estas semanas del Adviento como preparación para la Navidad, la presencia del Hijo de Dios Encarnado, tiene fuerza para hacer que las tinieblas se conviertan en luz.

“La llamada del Bautista a la conversión suena fuerte ante la Navidad” ¿Qué tengo que cambiar en mi escala de valores?

José González Rabanal

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