El Bautizo de Jesús marca un momento histórico en su vida y en la de todos los cristianos. El inicio de la etapa pública de Jesús comienza con un gesto que implica la limpieza, la pureza y el renacimiento a una vida nueva para todos los que se acercaban a Juan. Y es cierto que para todos los que hemos vivido el sacramento del Bautismo este supone un momento de conversión, de transformación y Jesús en su bautismo nos hace ver precisamente esto.
El texto del bautismo [Mt. 3], nos deja claro la importancia del momento para los participantes.
«¿Eres tú él que vienes a mí?». Pregunta Juan a Jesús. Juan era un personaje importante, un profeta para el pueblo y esta pregunta hace que Jesús sea puesto en su lugar por Juan, por encima de él, dando lugar a todas las palabras que siguen.
«Deja eso ahora. Conviene que cumplamos lo que Dios ha dispuesto». ¿Jesús necesita el perdón de los pecados? El reconocimiento del pecado es fundamental en el bautismo de Juan pero Jesús no tiene pecado, pide a Juan que cumpla con la voluntad de Dios, esto es la liberación del pecado de la humanidad. Jesús se somete a la voluntad de Dios, viene a anunciar y a ofrecer esa liberación del pecado en la que el ser humano está inmerso.
«Como lo he visto, doy testimonio de que él es el Hijo de Dios». Esta es la fe que proclaman las primeras comunidades cristianas. Jesús es el Hijo de Dios. Los testimonios de lo que sucedió en el bautismo dan fe de la divinidad de Jesús como el Hijo de Dios, lo han visto y lo han oído, es una forma de expresar la experiencia de Dios, de su manifestación, no solo lo oyen, no solo lo ven, sino las dos cosas, como en el Antiguo Testamento.
Y por último «En ti me complazco». Dirigida a Jesús, empujón definitivo para que su vida cambie por completo, para que pase de estar oculto a manifestarse, de vivir el Reino de Dios a proclamarlo sobre Israel e invitar a todos a vivirlo. A cumplir la voluntad de Dios. A obedecerle.
Profesores de Religión de la Diócesis
No hay comentarios:
Publicar un comentario