Quizá una de las etapas que peor sabemos vivir es aquella en la que nos hacemos mayores, empezamos a necesitar de ayuda ajena y nuestras fuerzas dejan de sostenernos. Ahora ya no somos nosotros los que prestamos esa ayuda y somos los que la necesitamos. Y eso en una vida dedicada a los otros es complicado de asimilar. En nuestra diócesis existe un lugar que acoge a nuestros sacerdotes que se van haciendo mayores y que empiezan a precisar de cuidados y ayuda ajena. La Casa Sacerdotal, en el edificio del seminario, fue una iniciativa del Obispo Nicolás Castellanos y la inauguró el 1 de junio de 1993 el Obispo Ricardo Blázquez. En mi opinión es uno de los proyectos más bonitos y necesarios. Devolver a nuestros sacerdotes el cariño y apoyo que han entregado a lo largo de sus vidas en los distintos pueblos y parroquias de la Diócesis.
La Casa Sacerdotal cuenta en la actualidad con 34 habitaciones y desde hace unos días dispone de un nuevo servicio socio sanitario que facilita el cuidado de los sacerdotes que se encuentran más limitados. En este sentido, se ha concertado con el Complejo Hospitalario de las Hermanas Hospitalarias de Palencia un servicio de atención socio sanitaria que contempla la atención integral a los sacerdotes residentes en la casa sacerdotal. Entre los servicios nuevos que se van a prestar se contempla una visita médica a la semana y dos visitas de enfermería. Habrá también apoyo telefónico las 24 horas del día y un servicio de Auxiliar de enfermería 8 horas diarias durante todos los días de la semana. Gracias a este nuevo acuerdo, se contará con la disposición de dos auxiliares que atenderán las urgencias nocturnas y dentro de los servicios extraordinarios que se llevarán a cabo a demanda se contempla la hospitalización, el transporte adaptado, el transporte de dietas a demanda y el asesoramiento cuando se tengan que realizar reformas o la la adaptación de las distintas instalaciones. En definitiva, se trata de ofrecer la mejor atención posible a las personas que han entregado su vida a ser fieles testigos de Cristo.
Natalia Aguado León
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