«Somos hermanos y está claro que ésta es la voluntad de Dios», fueron las palabras del Papa Francisco en el histórico encuentro con su querido hermano Kirill, Patriarca de Moscú y de todas las Rusias. Después de aproximadamente dos horas de conversación privada, ambos líderes de dos de las principales Iglesias cristianas, firmaron la Declaración Conjunta que quedó sellada con un fraternal y emotivo abrazo «de hermanos». Por su parte, el Patriarca Kirill después de haber señalado en sus primeras palabras dirigidas al Papa Francisco, que «a pesar que nuestras dificultades todavía no se han allanado, está la posibilidad de encontrarnos y esto es hermoso».
Antes de concluir el histórico Encuentro, ambos intercambiaron unos significativos regalos. El Papa Francisco donó una reliquia de San Cirilo y un cáliz al Patriarca de Moscú. Y por su parte el Patriarca Kirill entregó al Papa una copia original del ícono de la virgen de Kazán, una devoción mariana difundida en toda Rusia.
Finalizó así, este Encuentro tan esperado por ambas partes como señal de esperanza para todos los hombres de buena voluntad, signo de que «la unidad se hace caminando», y que la oración de los fieles de todo el mundo por la unidad de los cristianos, ha comenzado a dar frutos.
El encuentro celebrado el pasado 12 de febrero La Habana entre el Papa Francisco y el Patriarca Kiril es el primero que se produce entre los jefes de ambas iglesias desde el Gran Cisma de 1054. Se abre así una vía de diálogo entre las dos iglesias cristianas.
Católicos y ortodoxos comparten la creencia en un mismo Dios y el mismo evangelio, pero comenzaron a alejarse en el siglo IV, en el año 330 d.C. En 1054 se produjo la separación definitiva a raíz del Gran Cisma entre Oriente y Occidente, durante el Papado de León IX y el patriarca Miguel I Cerulario, quienes incluso se excomulgaron mutuamente.
Los principales signos de separación de las dos iglesias son el Filioque, (el Espíritu Santo no sólo procede del Padre, sino también del Hijo), la jurisdicción universal del Papa entre todos los cristianos o la validez de algunos sacramentos.
Históricamente, las relaciones entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa rusa han sido distantes y en ocasiones, incluso tensas. Por ello, esta cita abre un nuevo camino en el camino ecuménico.
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