Talla en madera policromada, S.XVIII. Autor anónimo. Iglesia conventual de las MM. Dominicas de la Piedad de Palencia. |
Nace el 23 de abril del 1522 en Florencia, en una noble familia. Bautizada como Alejandra Lucrecia, siendo muy niña, murió la madre y su padre contrajo segundas nupcias. No le faltó una esmerada educación cristiana y siendo de corta edad fue llevada al convento dominico de Montecelli, regentado por su tía. Allí recibió su primera educación, y las hermanas quedaban admiradas de sus virtudes. Con doce años, participó en un retiro con la comunidad y, al ver su estilo de su vida, pidió ser admitida. Su padre fue a buscarla porque no quería que fuera monja, pero ella se negó a obedecerle si él no le daba permiso para ingresar como dominica. Con la promesa de su padre volvió a la casa paterna. Finalmente ingresó en el Convento de San Vicente de Prato y vistió el hábito en 1534. Al año siguiente, emitió los votos perpetuos con el nombre de Catalina -como el de su madre.
Al poco tiempo, enfermó gravemente y ofreció a Dios su dolor y sufrimiento, siguiendo el ejemplo de la Pasión de Cristo. Siempre tenía un crucifijo en sus manos para dirigirle su mirada y soportar la enfermedad. Fue superiora durante 18 años, y su mandato fue un tiempo de intensa vida espiritual y renovación. Acudían a consultarle Papas, cardenales... y personas sencillas y humildes. A todos atendía con bondad y humildad. De 1542 a 1554 revivió en su cuerpo las llagas del Crucificado. El 1 de febrero de 1590 recibió de rodillas la extremaunción y el Viático y falleció al día siguiente. Beatificada el 23 de noviembre de 1732, fue canonizada el 29 de junio de 1746. Su cuerpo se venera en la basílica de San Vicente Ferrer de Prato (Italia).
El arte la representa vestida de monja dominica, con llagas en sus manos y sosteniendo un crucifijo, o intentando acoger a Cristo crucificado, que abandona la cruz para ser abrazado por la santa. Encontramos representaciones en Torremormojón, donde fueron fundadas las Dominicas en 1526 por el Arcediano del Cerrato y canónigo de la Catedral D. Juan García Valdés. El convento se trasladó a la capital en el S. XVIII. Hay bellas tallas de la santa en la S.I. Catedral de Palencia y en el retablo mayor del convento de las MM. Dominicas de Palencia.
Texto: José Luis Calvo
Fotografía: Antonio Rubio
Oración
Señor Dios, que cada año nos alegras con la fiesta de la virgen dominica Santa Catalina de Ricci, concede a los que celebramos su memoria imitar también los ejemplos de su vida santa y su amor a Jesucristo, misericordia del padre. P. J.N.S.
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