Homilía del Papa Francisco en la Santa Misa con ocasión de la inauguración de la XX Asamblea general de la Confederación de Caritas Internationalis Basílica de San Pedro (Roma).
12 de mayo de 2015
La Lectura de los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado (16, 22-34) presenta a un personaje un poco especial. Es el carcelero de la cárcel de Filipos, donde Pablo y Silas fueron encerrados después del amotinamiento de la gente contra ellos. Los magistrados primero ordenan que les azoten y luego los mandan a la prisión, ordenando al carcelero de hacer buena guardia. Es por esto que aquel hombre, en la noche, oído el terremoto y viendo las puertas de la cárcel abiertas, se desespera y piensa en suicidarse. Pero Pablo lo consuela y él, temeroso y lleno de maravilla, pide de rodillas la salvación.
La narración nos dice que aquel hombre da enseguida los pasos esenciales del camino de fe y de salvación: escucha la Palabra del Señor, junto a sus familiares; lava las llagas de Pablo y Silas; recibe el Bautismo con todos los suyos; y finalmente recibe a Pablo y Silas en su casa, prepara la mesa y les da de comer, lleno de alegría. Todo el camino de fe.
El Evangelio, cuando se anuncia y se cree en él, impulsa a lavar los pies y las llagas de los que sufren y a preparar para ellos la mesa. Simplicidad de gestos, donde la acogida de la Palabra y del sacramento del Bautismo se acompaña de la acogida del hermano, casi como si se tratara de un gesto único: acoger a Dios y acoger al otro; acoger al otro con la gracia de Dios; acoger a Dios y manifestarlo en el servicio al hermano. Palabra, Sacramentos y servicio están en interrelación y se alimentan entre ellos, como se ve ya en este testimonio de la Iglesia de los orígenes.
Podemos ver en este gesto todo el significado de Caritas. Caritas es una gran Confederación, reconocida ampliamente en el mundo por el trabajo que realiza. Caritas es la Iglesia presente en muchas partes del mundo, y todavía debe lograr mayor difusión incluso en las diferentes parroquias y comunidades, para renovar lo que sucedió en los primeros años de la Iglesia. De hecho, la raíz de todo su servicio está presente en la acogida, sencilla y obediente, de Dios y del prójimo. Esta es la raíz. Si se quita esta raíz, Caritas muere. Y esta acogida se cumple personalmente en ustedes, para que después vayan por el mundo, y lo sirvan en el nombre de Cristo a quien han encontrado y que encuentran en cada hermano y hermana a los cuales están cerca; y así se evita el hecho de limitarse a ser una simple organización humanitaria. Y Caritas en cada una de las Iglesias particulares, aunque la más pequeña, es la misma: no existen Caritas grandes y Caritas pequeñas, todas son iguales. Pidamos al Señor la gracia de entender la verdadera dimensión de Caritas; la gracia de no caer en el engaño de creer que un centralismo bien organizado sea el camino; la gracia de entender que Caritas está siempre en la periferia, en cada Iglesia particular; y la gracia de creer que Caritas central es solamente de ayuda, servicio y experiencia de comunión pero no es el jefe de todas.
Quien vive la misión de Caritas no es un simple agente, sino un testigo de Cristo. Una persona que busca a Cristo y se deja buscar por Cristo; una persona que ama con el espíritu de Cristo, el espíritu de la gratuidad, el espíritu de la entrega. Todas nuestras estrategias y planificaciones se quedan vacías si no llevamos en nosotros éste amor. No nuestro amor, sino el Suyo. O mejor dicho, el nuestro purificado y fortalecido por el Suyo.
Y de este modo se puede servir a todos y preparar la mesa para todos. Esta también es una bella imagen que la Palabra de Dios nos ofrece hoy: preparar la mesa. Dios nos prepara la mesa de la Eucaristía, también ahora. Caritas prepara muchas mesas para quienes tienen hambre. En estos meses han desarrollado la gran campaña “Una familia humana, comida para todos”.
Y pensando a la mesa de la Eucaristía, no podemos olvidar a nuestros hermanos cristianos que han sido privados por la violencia sea de los alimentos para el cuerpo sea de aquellos para el alma: han sido echados de sus casas y de sus iglesias, tantas veces destruidas. Renuevo, una vez más, el llamamiento a no olvidar estas personas y estas intolerables injusticias.
Junto a tantos otros organismos de caridad de la Iglesia, Caritas revela por lo tanto la fuerza del amor cristiano y el deseo de la Iglesia de salir al encuentro de Jesús en cada persona, sobre todo cuando es pobre y sufre. Este es el camino que tenemos delante y con este horizonte auguro que puedan desarrollar los trabajos en estos días. Los encomiendo a la Virgen María, que ha hecho de la acogida de Dios y del prójimo el criterio fundamental de su vida. Precisamente mañana celebraremos la Virgen de Fátima, que se apareció para anunciar la victoria sobre el mal. Con un apoyo tan grande no tenemos miedo de continuar nuestra misión.
Así sea.
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