Se equivoca quien crea que conoce la doctrina y vida de Santa Teresa si solo ha leído el Libro de la Vida, las Fundaciones, el Camino de Perfección, Las Moradas y las quince mil cartas que escribió. Hay otros escritos que son la más pura esencia de la espiritualidad mística cristiana. Es la Meditación al Cantar de los Cantares del rey Salomón. Era muy aficionada a leer el Cantar de los Cantares, como lo fueron otros santos. Y comentaba cómo se escandalizó la gente en un sermón, donde le predicador repitió las palabras del Cantar de los Cantares. Todo por entender las palabras con espíritu mundano y no espiritual.
En la Biblia leemos: “Béseme con el beso de su boca”. Y la Santa escribe sobre los “efectos del beso de Dios”. ¿Cómo son los besos de Dios? ¿Qué efectos producen?
Dios besa a las almas. Dios nos ha besado -escribe Santa Teresa- cuando se hizo hombre. Nos besa en la Eucaristía. Santa Teresita de Lisieux dice, hablando del día de su primera comunión: “¡Qué dulce fue mi primer beso de Jesús a mi alma! Aquel día no fue ya una mirada, sino una fusión. Ya no eran dos”. San Juan de la Cruz, en el Cántico Espiritual, canta: “Entrádose há la esposa / en el ameno huerto deseado / y a su sabor reposa / el cuello reclinado / sobre los dulces brazos del Amado”. Y añade: “Gocémonos Amado / y vámonos a ver en tu hermosura/ Al monte y al collado / do mana el agua pura / entremos más adentro en la espesura”.
Según Santa Teresa, el beso de Dios produce caridad, paz y espíritu de servicio. El beso de Dios exige desprendimiento de las cosas materiales y el apego desordenado a las criaturas.
Es maravilloso observar cómo discurre nuestra Santa al analizar “las paces” que inventamos, cuando el verdadero beso produce: paz, alegría y felicidad. Y comenta la Santa el comportamiento de la Samaritana: habla con Jesús y corre al pueblo gritandopara que sus vecinos vayan al pozo, donde dejó a Jesús y que les bendiga a todos.
Advierte Santa Teresa: “Por cierto que pienso que, si nos llegásemos al Santísimo Sacramento con gran fe y amor, que una vez bastase para dejarnos ricas, cuanto más tantas comuniones”.
Germán García Ferreras
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