Manos Unidas, organización católica, llama a nuestra puerta y a nuestra conciencia. El lema de este año es muy claro y directo.
Puede chocar el que, cuando la Iglesia afirma que la puerta de la misericordia no se cierra y que sigue abierta, que las obras de misericordia siguen haciendo visible la bondad de Dios, que tienen un carácter social y que una de ellas es la de “dar al comer al hambriento”, Manos Unidas nos diga que el mundo no necesita más alimentos. ¿No es una contradicción? Los entendidos sostienen que es verdad: en el mundo se producen suficientes alimentos para alimentar a los millones de personas que vivimos en el mundo; que se tiran cantidades ingentes de alimentos en los países ricos con los saciar el hambre de multitud de familias que vivimos en la tierra. Pensemos cada uno de nosotros en nuestra propia casa, en nuestra misma familia, en lo que vemos muchas veces en los cubos de basura, etc.
El problema no es la producción de comida; el problema de nuestra sociedad y mundo es que tenemos que comprometernos más y compartir más lo que somos y tenemos. El papa Francisco nos dice que «estamos llamados a hacer que crezca una cultura de la misericordia, basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás: una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea el sufrimiento de los hermanos» (Misericordia et Misera, 20). «El carácter social de la misericordia obliga a no quedarse inmóviles y a desterrar la indiferencia y la hipocresía, de modo que los planes y los proyectos no queden sólo en letra muerta. Que el Espíritu Santo nos ayude a estar siempre dispuestos a contribuir de manera concreta y desinteresada, para que la justicia y una vida digna no sean sólo palabras bonitas, sino que constituyan un compromiso concreto de todo el que quiere testimoniar la presencia del reino de Dios» (MM, 19).
Invito a todos los sacerdotes, a los miembros de vida consagrada, a los laicos y a todas las instituciones de la Iglesia, incluyendo a los centros educativos, a comprometernos más para que en nuestra sociedad palentina, en sus pueblos, villas y ciudades contribuyamos a crear una cultura de la misericordia, a subrayar el carácter social de la primera concreción del amor que es la misericordia, que no está reñida y que reclama también la justicia. Seamos más austeros y sencillos, seamos más solidarios con los cercanos y los lejanos, porque todos somos hermanos.
Colaboremos con Manos Unidas participando en sus iniciativas con motivo del viernes 10 de febrero, DÍA DEL AYUNO VOLUNTARIO, y portémonos con generosidad en la Colecta de las Eucaristías del Domingo, 12 de febrero, JORNADA NACIONAL DE MANOS UNIDAS. ¿Con que cara nos vamos a acercar a la Mesa del Señor para alimentarnos con su Palabra y con el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, para recibir el Don del Espíritu Santo y experimentar y expresar la comunión? ¿Acaso Jesús no multiplicó los panes y los peces y Él mismo se hace pan partido y compartido? ¿No es verdad que nadie se ha comprometido más y sigue comprometido más que Él con el bien de los hombres? Sigamos su ejemplo por gratitud hacia Dios y por amor a los demás.
+Manuel Herrero Fernández, OSA
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