Hace poco días, nuestro Obispo afirmaba a un medio de comunicación: «Aquí hay grandes monumentos artísticos, mucho Patrimonio Artístico, mucha Historia, pero lo que interesan son las personas. Toda persona. Porque somos piedras vivas. El Patrimonio hay que valorarlo, conservarlo y transmitirlo. Sin perder, por descontado, la raíz. Una raíz que es testimonio de fe. ¿Quién ha levantado esas piedras? La fe de quienes nos precedieron. Y si esa fe fundó su vida y la ha fecundado en tantas obras de arte... esa fe también debe fundar y fecundar nuestra vida. El arte es belleza. Una Belleza que nos atrae y nos convoca».
Y así es, “las piedras vivas” que conformamos la Iglesia palentina tenemos en nuestro Patrimonio un excelente instrumento para poder “fundar y fecundar” nuestra Vida... y para proponérselo a los que
hasta nosotros se acercan. Tenemos el privilegio, la oportunidad y la responsabilidad de “valorarlo, conservarlo y transmitirlo”.
Abarca de Campos, Aguilar de Campoo, Amusco, Arenillas de San Pelayo, Astudillo, Autilla del Pino, Autillo de Campos, Baños de Cerrato, Baquerín de Campos, Barrio de San Pedro y Barrio de Santa María (Becerril del Carpio), Becerril de Campos, Boada de Campos, Boadilla del Camino, Cabria, Calabazanos, Canduela, Carrión de los Condes, Cervera de Pisuerga, Cevico Navero, Cezura, Cillamayor, Cisneros, Cubillo de Ojeda, Frechilla, Frómista, Fuentes de Nava, Hérmedes de Cerrato, Herrera de Valdecañas, Hijosa de Boedo, Husillos, Matalbaniega, Meneses de Campos, Moarves de Ojeda, Mudá, Nogal de las Huertas, Palencia, Palenzuela, Paredes de Nava, Perazancas, Pisón de Castrejón, Pomar de Valdivia, Pozancos, Puebla de San Vicente, Quintanatello de Ojeda, Quintanilla de la Berzosa, Rebolledo de la Inera, Renedo de la Vega, Revilla de Santullán, Ribas de Campos, San Andrés de Arroyo, San Cebrián de Campos, San Cebrián de Mudá, San Salvador de Cantamuda, Santa Eufemia de Cozuelos, Santa María de Mave, Santoyo, Támara de Campos, Torremormojón, Traspeña de la Peña, Valberzoso, Valdeolmillos, Vallespinoso de Aguilar, Valoria del Alcor, Velilla del Río Carrión, Villaconancio, Villada, Villalcázar de Sirga, Villamediana, Villamuriel de Cerrato, Villanueva de la Torre, Villaumbrales, Villavega de Aguilar y Zorita del Páramo.
Pocas Diócesis pueden decir que al menos 74 localidades tienen en sus calles al menos un edificio nacido, construído y concebido para la fe... que es considerado “Bien de Interés Cultural”. Un tesoro heredado que dice bien quiénes somos y de dónde venimos.
Desde la Catedral hasta la ermita más pequeña, (sea o no sea Bien de Interés Cultural), la Diócesis cuenta con iglesias, conventos, monasterios, capillas, ermitas, basílicas, colegiatas, museos... que son en sí mismos una riqueza. Y todo ello sin contar con las joyas que atesoran en su interior: pinturas, esculturas, textiles, libros, orfebrería... Obras concebidas para la Fe.
Esta riqueza es un atractivo para los que se acercan a visitarnos y un orgullo para los que las disfrutamos a diario. Nuestro Patrimonio supone un aporte de riqueza e impulso económico para nuestros pueblos, para toda la provincia. Pero los cristianos de Palencia también debemos ver en el arte una oportunidad para la Evangelización.
EVANGELIZAR CON EL ARTE es transmitir la Fe Cristiana a través del Patrimonio cultural de la Iglesia. La búsqueda de la Verdad no es ajena al mundo del arte y ya Platón dijo que «La belleza pertenece al orden trascendental» y a través de lo creado, conocemos al Creador. Desde la fe podemos amplíar nuestra visión al contemplar, por ejemplo, un cuadro, pues como decía San Basilio, «lo que las palabras dicen al oído, el arte lo muestra en silencio».
La Iglesia evangeliza siempre: celebrando la Eucaristía, administrando Sacramentos, anunciando la Palabra de Dios, la justicia, la caridad. Evangelizar con el arte es hacer cultura a través de la imagen. Evangelizar con el arte, busca sus raíces en la contemplación y en la apertura del Misterio. La belleza del arte tiene una fuerza pedagógica para introducirnos en el misterio de la Verdad. Y el Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que «A través de la Belleza se puede conocer a Dios como origen y fin del universo. Porque Dios es Verdad, Bondad y Belleza y el hombre está creado a imagen y semejanza de Dios».
No perdamos la oportunidad que se nos presenta y usemos nuestro rico Patrimonio para Evangelizar con el arte... para a través de los ojos, llegar al alma. Para mostrar la riqueza espiritual y artística de la Iglesia como gran catalizador de la cultura. Para recobrar señas de identidad... y no despojar de sentido la transmisión cultural y fomentar la enorme riqueza y herencia cultural cristiana que el arte ha dejado en nuestra civilización. Esto es posible hasta en el más pequeño.
Palabras del papa Benedicto XVI en la Audiencia de Gastelgandolfo de Agosto de 2011
Tal vez os ha sucedido alguna vez ante una escultura, un cuadro, algunos versos de una poesía o un fragmento musical, experimentar una profunda emoción, una sensación de alegría, es decir, de percibir claramente que ante vosotros no había sólo materia, un trozo de mármol o de bronce, una tela pintada, un conjunto de letras o un cúmulo de sonidos, sino algo más grande, algo que «habla», capaz de tocar el corazón, de comunicar un mensaje, de elevar el alma. Una obra de arte es fruto de la capacidad creativa del ser humano, que se cuestiona ante la realidad visible, busca descubrir su sentido profundo y comunicarlo a través del lenguaje de las formas, de los colores, de los sonidos. El arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de ir más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de infinito. Más aún, es como una puerta abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano. Una obra de arte puede abrir los ojos de la mente y del corazón, impulsándonos hacia lo alto.
Pero hay expresiones artísticas que son auténticos caminos hacia Dios, la Belleza suprema; más aún, son una ayuda para crecer en la relación con él, en la oración. Se trata de las obras que nacen de la fe y que expresan la fe.
Esperamos que el Señor nos ayude a contemplar su belleza, tanto en la naturaleza como en las obras de arte, a fin de ser tocados por la luz de su rostro, para que también nosotros podamos ser luz para nuestro prójimo.
Benedicto XVI. Audiencia General. Castelgandolfo. 31-VIII-2011