El primer día de Mayo, VI Domingo de Pascua, celebrábamos en España el Día del Enfermo, campaña de pastoral de la Salud que había comenzado en la Iglesia Universal el 11 de Febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes con el lema netamente mariano: “María, icono de la confianza y del acompañamiento”. Este tema pretende hacernos redescubrir la figura de María, en su relación de confianza en el Padre y en su hijo Jesús, bodas de Caná, así como su acción de acompañamiento hacia quien pasa por necesidad, o cuando tiene que enfrentarse personalmente al sufrimiento en su propia vida o acompañando a su hijo camino del Calvario.
María es aquella que confía plenamente en Jesús y nos ayuda a confiar, cuando tenemos dudas o miedos, estamos enfermos o sufrimos por tantas dificultades de la vida. María es una Madre que tiene sus ojos atentos a las necesidades de los demás, un corazón materno lleno de misericordia, unas manos que nos sostienen, como las de Jesús que tocaban a los enfermos y les curaba.
María también es ejemplo de servicio (ella embarazada de Jesús, se pone en camino a servir a Isabel), de intermediadora para que Dios Padre (Encarnación) o su Hijo Jesús (Caná) actúen, y de saber “acompañar” al pie de la cruz (en el sufrimiento y la muerte).
Cada Campaña del Enfermo es, o ha de ser, una nueva oportunidad evangelizadora. Especialmente en tres campos:
La familia: ¡Qué gran papel el suyo! y ¡qué difícil a veces! Debemos reconocer y valorar siempre su entrega, su testimonio, pero también cuidarles pues muchas veces necesitan apoyo, cercanía, escucha y ayuda para vivir de manera más sana, humana y cristiana la enfermedad de su ser querido. Ellos son el rostro diario de la misericordia junto al enfermo. Como dice el Papa en el mensaje de este año: «En la solicitud de María se refleja la ternura de Dios. Y esa misma ternura se hace presente en la vida de muchas personas que se encuentran al lado de los enfermos y saben captar sus necesidades, aún las más imperceptibles, porque miran con ojos llenos de amor. ¡Cuántas veces una madre a la cabecera de su hijo enfermo, o un hijo que se ocupa de su padre anciano, o un nieto que está cerca del abuelo o de la abuela, pone su invocación en las manos de la Virgen!» (Mensaje Jornada Mundial del Enfermo 2016).
Los Agentes de pastoral de la salud (obispos, sacerdotes, laicos, profesionales sanitarios o voluntarios): Se nos dice también en el Mensaje de este año: «En la escena de Caná, además, están los que son llamados los “sirvientes”, que reciben de María esta indicación: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5)». Naturalmente el milagro tiene lugar por obra de Cristo; sin embargo, Él quiere servirse de la ayuda humana para realizar el prodigio. También hoy María sigue sirviéndose de nosotros -nuevos siervos- para que le llevemos los enfermos a Jesús y nos convirtamos en intermediarios de su sanación. Cuanto bien hacen los visitadores de enfermos que escuchan con atención, acompañan, alegran y rezan con los enfermos.
Las comunidades: Como nos dice el Papa: «Donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia» (Misericordia Vultus,12). Una parroquia que no cuida a sus enfermos es una parroquia enferma. No vale la excusa de que no me avisan, de que no abren la puerta, el buen pastor sale a buscar a la oveja herida y la carga sobre sus hombros. Que testimonio tan compasivo la de aquellos sacerdotes que visitan a sus enfermos incluso cuando están ingresados en el hospital. En nuestras comunidades no podemos jugar al “descarte”, siempre vamos a tener enfermos que visitar y pobres a quien ayudar. Necesitamos educar y educarnos en una mayor sensibilidad ante toda miseria humana, con un corazón compasivo y misericordioso como el Padre.
Juan Cruz Sanzo
Pastoral de la Salud
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