Jesucristo nos da a conocer a Dios, nos lo muestra de una manera que nunca antes ha sido mostrada ni explicada, nos enseña el AMOR de Dios, su misericordia. En este año de la misericordia este tema nos toca el corazón de una manera especial.
El profeta debe ser el testigo del amor de Dios y se nos invita a vivirlo y mostrarlo de esta manera, como un padre que acoge, perdona y ama entrañablemente a sus hijos.
Pero esto supone un compromiso. No podemos vivir indiferentes cuando hemos conocido el amor del Padre, el amor de Dios. Necesitamos comprometernos. Y Jesús nos propone un Proyecto de Vida: «Anunciar a los pobres la Buena Nueva... proclamar la liberación a los cautivos, dar vista a los ciegos y devolver la libertad a los oprimidos...» (Lc 4, 18).
Este es un gran proyecto de vida, no deja lugar a dudas de qué es lo que debemos vivir como cristianos, como seguidores de Jesús. La Buena Noticia es para todos y a todos nos corresponde anunciarla desde nuestra vida, desde nuestras pequeñas cosas, el trabajo, la familia, los amigos... pero ¿realmente nos comprometemos con el mensaje de Jesucristo? Esta es la gran pregunta que nos hemos hecho en este tema y al final nos damos cuenta de que conocer el Evangelio no hace saltar y movernos, no permite que nos quedemos impasibles y nos pone en la tesitura de tener que comprometernos con el Reino de Dios.
Isaías venía anunciando cual era el papel de mesías y Jesús da testimonio de que eso se cumple en Él. Esto no nos puede dejar indiferentes, porque el Reino de Dios ya está aquí, se ha cumplido en Jesús, aunque todavía no, porque aún no lo hemos aceptado, nos falta vivirlo, nos falta amar, nos falta liberar a los cautivos, dar vista a los ciegos, liberar al oprimido...
Profesores de Religión de la Diócesis
No hay comentarios:
Publicar un comentario