D. Manuel, hemos estado trece meses y medio esperándole. Estamos con los brazos abiertos y una gran esperanza en el corazón para juntos seguir caminando como Iglesia, por los senderos del Evangelio. De verdad, es una gran alegría (y un gran descanso) tenerle ya entre nosotros.
Nosotros somos una Iglesia con una larga historia. En el “Museo de Palencia” se expone un fragmento de vidrio decorado con un Crismón rodeado de estrellas. Los arqueólogos lo dataron entre el siglo IV- V. Ya ve, hablamos de familias o quizás comunidades cristianas desde hace más de 1600 años, se dice pronto. Si hago tan sólo esta breve referencia a la historia es para que caigamos en la cuenta de la herencia de fe que nos dejaron nuestros antepasados. Aunque, en realidad, lo que nos debe preocupar y ocupar más a todos es el Presente. Mirar atrás desde la nostalgia nos convierte en estatuas de sal, en cambio, si hacemos memoria viva seremos más sabios, más santos y por tanto más Pueblo de Dios. Son muchos los santos, muchas las personas de fe sencilla y arraigada la que nos han precedido y nos han hecho llegar a este punto: hoy 18 de junio del año 2016, una comunidad congregada palpitante y un nuevo pastor, esperando recibir el Espíritu Santo, el que verdaderamente mueve esta barca de Pedro.
D. Manuel, en la parte central de su escudo, sobre un cielo azul, hay una gran Estrella, María, con el signo de esta imagen, estamos bajo su protección, en su advocación de Nuestra Señora del Brezo, tan querida también en Santander, León, Asturias, y tantos lugares... Y al lado siete estrellas que nos ha dicho que son las siete iglesias del apocalipsis. Nuestra diócesis está formada también por siete arciprestazgos. En definitiva las cartas a las siete iglesias son una llamada a la conversión radical. Cristo se lo ordena, pues es la única manera de vivir la experiencia de la Pascua. Se las invita a transformarnos, a mejorar y a perseverar. El que tenga oídos que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Y por lo tanto, no os preocupéis, también nos lo dice a la iglesia de Palencia, aunque no aparezca como tal.
Estas siete estrellas están colocadas formando la “M” de su inicial. Me gustaría hacer como el Papa Francisco, (con perdón) que suele elegir tres palabras para remarcar los aspectos importantes de sus mensajes. En este momento, aquí y ahora, me gustaría señalar tres con sus iniciales: Manantial, Misión y Misericordia.
El Manantial: Abajo, en nuestra Cripta del Mártir San Antolín, mana el agua fresca que los palentinos, año tras año cada 2 de septiembre, venimos a beber como signo de fe, son aguas bautismales, manantiales de agua fresca, agua que salta hasta la vida eterna. “Yo sé bien la fuente que mana y corre aunque es de noche”, dice el místico. Este es el origen.
La Misión, es no encerrarnos en nuestros grupos y salir por los senderos, golpear las puertas, vocear en las plazas... Quiero que me entendáis, predicar con la palabra y la vida (y no predicarnos a nosotros mismos) más que una necesidad, es nuestro ser de bautizados, testigos del que ha vencido a la muerte y nos llama a la vida eterna. Estos son nuestros caminos.
Y la Misericordia, que es la esencia del Dios en quien creemos: “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios” de aquí nace nuestra historia. La misericordia es la mirada que pone en tela de juicio nuestras preferencias y nuestra vida de fe, tantas veces convertida en mera religiosidad, y nos acerca con atracción de samaritano a los demás, esta es nuestra meta.
Querido D. Manuel, como usted dice, “codo con codo”, cuente con nosotros. La tarea nunca ha sido fácil, como lo sabe bien cualquiera que desee comprometerse, pero le necesitamos y usted nos necesita.
¡Está en su casa. Bienvenido!
Antonio Gómez Cantero
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