Ni ella misma cree que haya llegado a la edad de los
cien años. Como buena administradora, hace la cuenta del año en que nació 1912
y el año en que estamos y comprueba, sorprendida y agradecida, que sí son 100
años, un siglo de vida. La Madre Encarnación, tía Juliana para sus sobrinos y
resobrinos, y “majilla” para sus vecinos de Carrión y San Cebrián de Campos
vivió el pasado 20 de octubre uno de esos días inolvidables. El pueblo de Carrión
y la Congregación Filipense rindió un emotivo y sencillo homenaje a esta
religiosa que lleva más de 80 años entregada por y para el Señor.
Personas que cumplen 100 años hay cada vez más... con
tanto adelanto ahora somos más longevos. Pero personas que lleven 82 años de
vida religiosa, es más difícil encontrar. Y... que estén en plenas facultades,
ya casi ronda lo imposible. Pues bien, en la Casa de Espiritualidad de las
Religiosas Filipenses de Carrión reside la M. Encarnación... que reúne todas
las características antes mencionadas.
Sorprenden
estos 100 años y los más de 80 como religiosa. Pero lo que realmente llama la
atención de esta mujer es la vivencia de su fe, lo interiorizado que tiene en
su alma la presencia del Señor. Para que se hagan una idea las personas que no
la conocen: “La majilla”, en una de las veces que tuvo que ingresar en el
Hospital por un principio de neumonía, ordenó a los camilleros de la ambulancia
a pasar por la capilla... antes de ir al Hospital, para despedirse del Señor.
Allí, plantados los dos sanitarios... “la majilla” tumbada en la camilla,
dirige su mirada azul al Sagrario y comenta: “Señor aquí me tienes. Si quieres
que regrese a esta casa, tú harás que vuelva para acompañarte como todos los
días en esta capilla ante el Sagrario. Y si lo que quieres es llevarme
contigo... pues ya sabes, cógeme bien fuerte de la mano, y llévame contigo”.
Imagino la cara de los camilleros, pero los que la conocemos somos sabedores de
ese diálogo confiado y sincero que tiene con Dios. Hace escasos días, una
periodista palentina titulaba su crónica como “el hilo directo con Dios”, y así
es... Julianilla se comunica con Dios a través de sus oraciones y siempre tiene
un recuerdo muy especial para los que ya están disfrutando de la Gloria de Dios
en el cielo... y también para los que estamos aquí abajo, en la tierra, con
nuestras preocupaciones y nuestras alegrías de las que ella siempre es
partícipe.
Durante el homenaje, la iglesia de San Andrés estuvo
abarrotada y era curioso ver la variedad de público, mayores, adultos, jóvenes,
estudiantes, sacerdotes, religiosas, niños... hasta bebés en sus carritos y
todos en torno a una mujer centenaria. El alcalde de Carrión de los Condes hizo
entrega a la M. Encarnación de una placa en reconocimiento a su labor y entrega
en el pueblo carrionés. Por su parte, la Madre General de las Filipenses
también tuvo unas palabras de agradecimiento hacia la madre Encarnación por su
dedicación y ejemplo como religiosa filipense. La celebración estuvo presidida
por uno de sus sobrinos, el sacerdote palentino Emilio Martínez y concelebraron
numerosos sacerdotes, todos ellos cercanos a la Madre Encarnación. Entre ellos,
otro sobrino el salesiano Eusebio Martínez fue el encargado de pronunciar la
homilía en la que destacó: “La vida generosa de mi tía no nos deja indiferentes
en nuestros pactos más o menos disimulados con la mediocridad. Su vida nos
impulsa a seguir viviendo con generosidad. Cuando le digamos felicidades cada
uno le dirá muchas cosas. Una palabra lo resume todo es GRACIAS. Gracias, tía,
por su vida que nos habla de la presencia paterna-materna de Dios entre
nosotros. Gracias porque su vida nos enseña a hacer mejor la nuestra con la
presencia de Dios, porque Dios... es MAJILLO y nos enseña a querer de verdad a
todos”.
Nuestro Obispo no pudo participar en el acto de
homenaje ya que se encontraba de visita pastoral pero sí que pudo felicitar
personalmente a la Madre Encarnación el día de su cumpleaños el 18 de octubre,
ya que se desplazó hasta Carrión para celebrar en la capilla de la Casa de las
Religiosas Filipenses la Eucaristía y conmemorar así los 100 años de esta monja
palentina, nacida en San Cebrián de Campos.
Natalia Aguado León
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