lunes, 26 de noviembre de 2012

Como la samaritana en el pozo

El pasado 26 octubre se presentó, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Mensaje al Pueblo de Dios de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (7-28 octubre 2012) dedicado al tema “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.

En este mensaje, que lleva por título “Como la samaritana en el pozo”, los obispos recuerdan el encuentro de Jesús con la samaritana en el pozo: es la imagen del hombre contemporáneo con una ánfora vacía, que tiene sed y nostalgia de Dios, y hacia el que la Iglesia debe dirigirse para hacerle presente al Señor. Y como la samaritana, quien encuentra a Jesús no puede hacer otra cosa sino convertirse en testigo del anuncio de salvación y esperanza del Evangelio.


Mirando al contexto de la nueva evangelización, el Sínodo recuerda la necesidad de reavivar la fe que corre el riesgo de oscurecerse en los contextos culturales actuales, también frente al debilitamiento de la fe en muchos bautizados. El encuentro con el Señor, que revela a Dios como amor, sucede sólo en la Iglesia como forma de comunidad acogedora y experiencia de comunión; desde aquí, entonces, los cristianos pasan a ser sus testigos en otros lugares.

La Iglesia afirma que para evangelizar hay que estar, ante todo, evangelizados y lanza un llamada -empezando por ella misma- a la conversión, porque la debilidad de los discípulos de Jesús pesa sobre la credibilidad de la misión. Conscientes del hecho de que el Señor es la guía de la historia y que, por tanto, el mal no tendrá la última palabra, los obispos invitan a los cristianos a vencer el miedo con la fe y a mirar el mundo con sereno coraje porque, aunque éste está lleno de contradicciones y retos, sigue siendo el mundo que Dios ama. Por consiguiente, nada de pesimismo: globalización, secularización y nuevos escenarios de la sociedad, migraciones, incluso con las dificultades y sufrimientos que conllevan, deben ser oportunidad de evangelización. No se trata de encontrar nuevas estrategias -como si el Evangelio hubiera que difundirlo como un producto de mercado- sino de redescubrir los modos con los que las personas se acercan a Jesús.

El mensaje mira a la familia como lugar natural de la evangelización e insiste en que debe ser sostenida por la Iglesia, la política y la sociedad. Dentro de la familia, se resalta el papel especial de las mujeres. El mensaje cita también la vida consagrada, testimonio del sentido ultraterrenal de la existencia humana, y las parroquias como centros de evangelización; recuerda la importancia de la formación permanente para los sacerdotes y los religiosos e invita a los laicos (movimientos y nuevas realidades eclesiales) a evangelizar permaneciendo en comunión con la Iglesia. La nueva evangelización acoge favorablemente la cooperación con las otras Iglesias y comunidades eclesiales, también ellas movidas por el mismo espíritu de anuncio del Evangelio. Se presta particular atención a los jóvenes, en una perspectiva de escucha y de diálogo para recuperar, y no mortificar, su entusiasmo.

A continuación, el mensaje mira al diálogo de distintas maneras: con la cultura, que necesita una nueva alianza entre fe y razón; con la educación; con la ciencia que cuando no encierra al hombre en el materialismo se convierte en una aliada de la humanización de la vida; con el arte; con el mundo de la economía y el trabajo; con los enfermos y los que sufren; con la política, a la cual se pide un compromiso desinteresado y transparente del bien común; con las otras religiones. En particular, el Sínodo insiste en que el diálogo interreligioso contribuye a la paz, rechaza el fundamentalismo y denuncia la violencia contra los creyentes. El mensaje recuerda las posibilidades que ofrecen el Año de la Fe, la memoria del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica. Por último, indica dos expresiones de la vida de fe, especialmente significativas para la nueva evangelización: la contemplación, donde el silencio permite acoger mejor la Palabra de Dios, y el servicio a los pobres, para reconocer a Cristo en sus rostros.

En la última parte, el mensaje mira a las Iglesias de las distintas regiones del mundo y les dirige palabras de aliento: a las Iglesias de Oriente les desea que puedan practicar la fe en condiciones de paz y de libertad religiosa; a la Iglesia de África le pide que desarrolle la evangelización en el encuentro con las antiguas y nuevas culturas, haciendo un llamamiento a los gobiernos para que cesen los conflictos y la violencia. Los cristianos de América del Norte, que viven en una cultura con muchas expresiones lejanas del Evangelio, deben mirar a la conversión, a ser abiertos para acoger a los emigrantes y refugiados. Se invita a América Latina a vivir la misión permanente para hacer frente a los desafíos del presente como la pobreza, la violencia, también en las nuevas condiciones de pluralismo religioso. La Iglesia en Asia, aun cuando es una pequeña minoría y a menudo perseguida, es animada y exhortada a mantenerse firme en la fe. Europa, marcada por una secularización también agresiva y herida por regímenes pasados, ha creado sin embargo una cultura humanística capaz de dar rostro a la dignidad de la persona y a la construcción del bien común; las dificultades del presente no deben por tanto abatir a los cristianos europeos, sino que deben ser percibidas como un reto. A Oceanía se le pide que sienta de nuevo el compromiso de anunciar el Evangelio. El mensaje se cierra encomendándose a María, Estrella de la Nueva Evangelización. 

Se han hecho públicas también las Proposiciones que los participantes en el Sínodo de los Obispos han enviado al Santo Padre Benedicto XVI.

Este elenco de Proposiciones, se han distribuido en cuatro secciones: la naturaleza de la nueva evangelización, el contexto de la misión actual de la Iglesia, las respuestas pastorales a las circunstancias de nuestros días y los agentes/participantes de la nueva evangelización. Durante la XXII Congregación General, la última del Sínodo, en la que se votó la lista final de las Proposiciones, Benedicto XVI dirigió unas breves palabras a los Padres sinodales: “Hemos visto como la Iglesia, también hoy, crece y está viva (...) Aunque si siente vientos contrarios, la Iglesia siente sobre todo, el viento del Espíritu Santo que nos ayuda, nos enseña el camino certero; y así, con entusiasmo redoblado, estamos en camino y damos gracias a Dios porque nos ha dado este encuentro realmente católico”.

Tanto el “Mensaje al Pueblo de Dios” como las “Proposiciones del Sínodo de los Obispos” están disponibles en: http://portafideipalencia.blogspot.com.es y/o en http://www.diocesispalencia.org

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