Habíamos escuchado tantas veces la palabra que creíamos que era nuestra de toda la vida. Aunque la realidad es que llevaba poco tiempo entre nosotros. La palabra “mileurista” fue acuñada en agosto de 2005 por Carolina Alguacil en una carta al diario El País titulada Yo soy ‘mileurista’, y desde aquel mismo día obtuvo una buena acogida y una rápida difusión entre los afectados... posiblemente por tratarse de una forma muy expresiva de describir la situación compleja y frustrante que vivían las personas cuyos ingresos rozaban los 1.000 euros al mes.
Además de a la situación económica, el concepto se refería a la alta formación académica exigida, pues con frecuencia para ser “mileurista” era necesario tener estudios superiores incluido algún máster, postgrados e idiomas... todo ello en un mercado laboral que no compensaba dicha preparación.
Era una situación indignante... Podíamos ver sin dificultad cómo en la España que jugaba en la Champions League de la economía mundial, donde se ataba a los perros con longanizas... “la generación más formada de la historia” (¡cuántas veces lo tuvimos que oír!)... no llegaba a cobrar 1.000 euros al mes.
En resumidas cuentas... En el año 2006 (según la Agencia Tributaria) había casi 11 millones de personas que ganan menos de 1.100 € al mes, lo cual suponía el 58% de los asalariados. Las comunidades autónomas con más mileuristas eran Extremadura (el 70% del total de asalariados), Murcia (el 67%), Canarias (65%) y Andalucía (64%).
Poco después... en 2007 y 2008 comenzó a venir “Paco con la rebaja”... acompañado de hipotecas subprime, de crisis ninja, de primas de riesgo, de activos financieros tóxicos y de crisis de deuda soberana. Y en estas estamos. En un país que en octubre tenía 4.360.926 parados.
El neologismo “mileurista”... se ha convertido en un añorado arqueologismo que evoca tiempos mejores: Término antiguo usado para referirse a las personas que cobraban -más o menos- 1.000 euros al mes.
Domingo Pérez
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