domingo, 15 de noviembre de 2015

Día de la Iglesia Diocesana 2015



Una Iglesia y miles de historias gracias a ti. Personas concretas que creemos en Dios, que estamos bautizados, que vivimos y celebramos juntos la fe. Porque formamos parte de la familia de los hijos de Dios, no podemos desentendernos de lo que sucede en nuestras parroquias. ¿hacen falta catequistas? ¿cómo van los grupos de jóvenes y de adultos? ¿hay alguna necesidad? ¿Cómo es el grupo de Cáritas de mi parroquia? ¿Qué más cosas se hacen?

Podemos colaborar de muchas formas: con nuestro tiempo, con nuestras cualidades... Nuestra parroquia necesita nuestra ayuda para seguir ayudando a los demás.

¿Cómo puedo ayudar a los demás?
 
¿Qué necesita mi parroquia?
 
¿Qué necesita mi diócesis?

Transmite tu fe: ¿Has pensado en ser catequista de niños? ¿Podrías acompañar grupos de jóvenes? ¿Y de adultos?

Colabora: ¿Qué necesita tu Cáritas parroquial o diocesana? ¿Qué tiempo o cualidades puedes poner a disposición de los demás? Hay mucho que hacer y tú puedes colaborar.

Puedes hacer un donativo:
Ayuda a la Iglesia en sus necesidades. Toda ayuda es importante, por pequeña que sea.

«Gratis lo recibisteis, dadlo gratis» (Mt 10, 8)

“Una fuente que mana”

San Juan XXIII nos decía que «la Iglesia es como una vieja fuente de una aldea la cual sacia la sed de generaciones. Nosotros cambiamos pero la fuente perdura». Una fuente, en medio de cada barrio y cada pueblo, de la que mana el “agua viva” que nos ofrece el Hijo de Dios vivo. Una fuente para “dar de beber al sediento” y un lugar para “dar posada al peregrino”. Y es en torno a la fuente donde vivimos y crecemos en comunidad de fe, esperanza y caridad, pues como nos advertía San Efrén muchos siglos antes «como el sediento que bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que tomamos».

Todos los que formamos la Iglesia diocesana, cada uno en su parroquia, comunidad, grupo... profesamos la fe individualmente pero la vivimos en comunidad. Por eso podemos decir: «UNA IGLESIA Y MILES DE HISTORIAS GRACIAS A TI» porque cada uno contribuimos al fortalecimiento de la comunidad cristiana a la que pertenecemos. Nuestra parroquia, nuestra diócesis sería distinta si cada uno de nosotros no aportáramos lo que somos en beneficio de todos. Cualidades, talentos, carismas, tiempo, oración… ofrecidos a los demás son buena noticia. Y es entonces cuando somos buena noticia para los demás.

El Beato Card. Newman, gran experto en la vida cotidiana, nos decía que nuestro divino Maestro nos ha asignado una tarea específica a cada uno de nosotros, un “servicio concreto”, confiado de manera única a cada uno de nosotros: «Tengo mi misión, soy un eslabón en una cadena, un vínculo de unión entre personas. No me ha creado para la nada. Haré el bien, haré su trabajo; seré un ángel de paz, un predicador de la verdad en el lugar que me es propio... si lo hago, me mantendré en sus mandamientos y le serviré a Él en mis quehaceres». Eslabones en una cadena, unidos por el vínculo de nuestra fe... una familia.

Aprovechemos el Día de la Iglesia Diocesana para hacernos más conscientes de que formamos parte de la familia de los hijos de Dios. ¿Cómo nos vamos a desentender de nuestra propia familia? Tenemos respecto a ella derechos y obligaciones. Tenemos derecho a participar activamente en la vida parroquial y diocesana; a estar informados de todo lo que en ellas sucede.

El sentido de pertenencia a la Iglesia debe llevarnos a todos a implicarnos en sus tareas pastorales. En la parroquia, como en la familia, todos podemos colaborar y de muchas maneras, poniendo a disposición de la comunidad su tiempo y sus carismas mejores. Dentro de la parroquia -catequistas, animadores de grupos, voluntarios de Cáritas, animando la liturgia, etc.- o fuera -comunicando la fe en la familia, en el trabajo, con los amigos-...

Y también es importante nuestra colaboración económica porque sin ella, nuestra parroquia, nuestra diócesis, no podría desarrollar gran parte de la labor que ofrece a todos: labor caritativa y social, catequesis parroquial, celebración de los sacramentos, la presencia y acompañamiento de los sacerdotes… Por eso es importante nuestra aportación en todos los sentidos y aspectos. Desde Cáritas a las diversas actividades evangelizadoras, pasando por los gastos corrientes que hay en cualquier vivienda, la Iglesia necesita también de nuestra colaboración económica... para que “la fuente de la aldea” siga manando.

Antonio Gómez Cantero
Administrador Diocesano


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