lunes, 26 de marzo de 2012

El amigo

En el capítulo 6 del Eclesiástico leemos: “El amigo fiel no tiene precio, no hay precio que mida su valor. El amigo fiel es remedio de vida, los que temen al Señor lo encontrarán”. Todos tenemos muchos amigos y todos tenemos una persona que es el amigo, la amiga... que está muy por encima de la letanía de amistades.

Para San Juan de la Cruz su amigo era su hermano Francisco, de oficio albañil. Para San Benito su amiga era su hermana Santa Escolástica. Para Santa Teresa su amiga era la Beata Ana de San Bartolomé que, milagrosamente aprendió a leer y escribir y era su enfermera.

¿Quién fue el amigo de San Juan de Ávila? No San Ignacio de Loyola, ni Santa Teresa de Jesús, ni tampoco la persona a quien dedicó su libro maravilloso y excepcional: Audi Filia. Su amigo fue San Juan de Dios, convertido al escucharle un sermón, con el que se confesó y a quien tomó como director espiritual.

Esta afirmación aparece bien clara en sus cartas. Escribe a San Juan de Dios que está en Granada: “Vuestra carta recibí, y no quiero que digáis que no os conozco como hijo; porque si por ser ruin decís que no lo merecéis, por la misma causa yo no merecería ser padre; así mal podré yo despreciaros a vos, siendo yo más digno de ser despreciado”. Y sigue escribiendo: “Mas pues nuestro Señor nos tiene por suyos, aunque somos tan flacos, razón es que aprendamos a ser misericordiosos unos de otros y a llevarnos con caridad, como Él hace con nosotros”.

En otra carta afirma: “Vuestra carta recibí, y no penséis que me dais pena porque me escribís largo; que como el amor es mucho, no puede parecer larga la carta. Y ruegoos que os acordéis de ser tal, que cuando me escribiéredes, o yo de vos sepa, me alegre yo de saber tales nuevas cuales deseo”. Y le da este consejo: “Llamad a nuestro Señor de corazón, y no olvidéis el rezar y el oír misa, que es cosa buena; y mirad dónde ponéis el pie, para que por hacer el bien a otros no os hagáis mal a vos”.
En otra carta termina así: “No tengo vestidos que os enviar agora; yo diré misas por vos en lugar de ellos, que os cubrirán mejor”.

Germán García Ferreras

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