El pasado 24 de septiembre celebramos la Fiesta de la Virgen de la Merced, patrona de las instituciones penitenciarias. Dos días antes, nuestro Obispo se acercó hasta el centro penitenciario de La Moraleja en Dueñas para celebrar la Eucaristía. En palabras de Javier García, uno de los capellanes del centro, la ceremonia fue muy emotiva, “de las 200 butacas que hay en el salón de actos, 180 estaban ocupadas por los internos”.
Para Javier García la principal misión de un capellán en el centro es “acompañar y estar presente cada uno de los días de la semana”. De esta manera, asegura, podemos “hacer el camino juntos, escuchar, acompañar, hablar, celebrar la Eucaristía y establecer una relación cotidiana y sencilla y sentir que compartimos la vida”. El acompañamiento al voluntariado y la coordinación con Cáritas son otras de las cuestiones que están presentes en el día a día de los dos capellanes.
Javier asegura que existen numerosos prejuicios en torno al mundo de la prisión, alentados en muchas ocasiones por los propios medios de comunicación que únicamente informan de los casos gravísimos, y desgraciadamente esos casos existen, pero la mayoría de las personas que están en prisión no han cometido ese tipo de delitos.
Uno de los mitos que existen en torno a prisión es que “se entra por una puerta y se sale por otra”, la realidad es que el 95% de los presos cumplen íntegramente sus penas y el otro mito es que “en la cárcel se vive muy bien”.
Esto no es así, en la cárcel estás privado de libertad, la relaciones con otras personas no son las que tú has elegido, la incertidumbre que tienen los presos les van anulando como personas y después de haber cumplido su pena, se sienten estigmatizados socialmente.
En este sentido, es importante conocer la realidad para comprender y para acompañar a estas personas que han cometido delitos, sí... pero que están pagando por ello y que tienen también derecho a seguir caminando, seguir creciendo y encauzar sus vidas.
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