La fiesta de San Juan de Dios la celebramos cada año el día 8 de marzo. Este día podría, también, recordar o significar el Día de la Hospitalidad. Juan de Dios fue un gran hospitalario. Fundador y mantenedor de hospitales.
Los santos no son ni se les representa especialmente con formas o figuras de cartón, yeso, madera, bronce. Los santos son personas respetables que han pensado, que han tenido ideas claras y precisas. También: altos sentimientos y sensibilidad. Los santos, algunos santos, además de tener ideas y sentimientos, los han formalizado por escrito. Las cartas que escribieron algunos santos, personas en el tiempo y en el espacio, vienen a resultar como la plasmación del sentir y vivir de estos seres humanos significativos y representativos. Modélicos. Son escritos que equivalen a su personalidad más destacada y elocuente. Estos escritos, especialmente las cartas, plasman lo más intrínseco y emotivo de su personalidad.
Juan de Dios escribió, designó y envió algunas cartas. No sabemos cuántas están perdidas y otras, seis, se conservan y están ampliamente publicadas y difundidas. Tenemos constancia de que escribió al menos dos cartas a su Maestro san Juan de Ávila, pues conocemos las respuestas que éste le remitió: “A Juan de Dios, el de Granada”.
Juan de Dios, el misericordioso, le dice por carta a Luis Bautista, un joven andaluz: “Tened siempre caridad, que donde no hay caridad no hay Dios, aunque Dios en todo lugar está”. Al noble caballero malagueño Gutierre Laso le dice Juan de Dios por carta: “Tengo más de ciento cincuenta personas que mantener y todo lo mantiene Dios cada día”. “Todo sea para servicio de Nuestro Señor Jesucristo y de Nuestra Señora la Virgen María”. Y en otra carta le dice Juan de Dios al mismo caballero: “Habéis de saber que son tantos los pobres que aquí se allegan, que yo mismo muchas veces estoy espantado cómo se pueden sustentar, mas Jesucristo lo provee todo y les da de comer, porque solamente de leña es menester siete y ocho reales cada día”... “Son muchos los pobres -insiste- que se llegan a esta casa de Dios”. Y continúa informando de costos para alimentación, vestidos, etc. A la Duquesa de Sesa, residente en Córdoba capital y provincia, le dice: “Es muy grande la caridad que de su casa he recibido”... Y le precisa, diciendo: “Así como el agua mata al fuego, así la caridad al pecado”. Y en otra carta, tercera a la Duquesa de Sesa, le informa: “quiero daros parte de todos mis trabajos y necesidades y angustias que cada día se me recrecen, y además ahora, y de cada día mucho más, así de deudas como de pobres, que vienen muchos desnudos y descalzos y llagados y llenos de piojos que ha menester un hombre o dos que no hagan mas que escaldar piojos en una caldera hirviendo; y este trabajo será de aquí adelante todo el invierno hasta el mes de mayo que vendrá”. Y retornando a la primera carta a la duquesa de Sesa, compendia: “Si mirásemos cuán grande es la misericordia de Dios, nunca dejaríamos de hacer el bien mientras pudiésemos”. Juan de Dios siempre tuvo lugar y tiempo para ejercer y proclamar la misericordia.
Hno. Cecilio Eseverri
No hay comentarios:
Publicar un comentario