«Soy Antonio, vuestro obispo. Y cuando digo “vuestro” es porque os pertenezco en cuerpo y alma, y este anillo será la memoria diaria de esta entrega. Mi esfuerzo está ya puesto en amaros, porque sólo por este medio podemos trasmitir la presencia de Cristo en medio de nuestras vidas. “Mirad cómo se aman” era el comentario de los vecinos de los primeros cristianos. ¿De qué nos sirve hablar y hablar si a nuestra vida le falta ese soplo del Espíritu que mantiene el empeño de nuestra fe y de nuestra caridad, que hace mover los corazones y las montañas?». Así es como empezó su saludo D. Antonio Gómez el día de su ordenación episcopal en una abarrotada Catedral, tanto de palentinos como turolenses, una celebración muy emotiva. Tal y como ha comentado en numerosas ocasiones el nuevo Obispo, sus lágrimas brotaron en numerosas ocasiones. El arzobispo de Zaragoza D. Vicente Jiménez, fue quien presidió la ordenación episcopal y en su homilía destacó: «Querido hermano Antonio, elegido por el Señor, recuerda que has sido escogido entre los hombres y puesto al servicio del Evangelio de la alegría y de la esperanza. Como Pablo a sus discípulo Timoteo te digo: “No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor […] Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios, porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio”».
A pesar de las previsiones metereológicas que no auguraban un buen estado de las carreteras, muchos fueron los que se desplazaron a Teruel. De Palencia, 5 autocares. Más de 30 obispos (porque finalmente los prelados de la zona de Levante no pudieron asistir por el mal estado de las carreteras), 4 cardenales y numerosos compañeros sacerdotes. Una mención especial para los miembros de la asociación de alfombristas de Carrión que confeccionaron una alfombra de gran belleza.
El domingo por la mañana, Mons. Antonio Gómez presidió la Eucaristía en la Catedral de Albarracín, recientemente restaurada.
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